Homenaje a Luis Caballero
En el Museo de Artes Visuales de la Tadeo se inauguró la exposición La Imagen Persistente con obras del pintor Luis Caballero, la cual estará expuesta durante el mes de agosto. Simultáneamente, en la Galería Alonso Garcés se exhibe su “Gran Telón” de grandes proporciones y la Universidad lanza, editado de manera impecable, un libro que contiene buena parte de su archivo y de las cartas cruzadas entre el artista y la maestra Beatriz González. Los documentos que aparecen amplían la relectura de la obra de Caballero y su proceso creativo.
Para este proyecto la participación de Beatriz Caballero, de Alberto Saldarriaga, de la directora del Museo, Isabel Vernaza, de Carmen María Jaramillo, de Giovanni Balambá, de académicos y estudiantes, con el apoyo de la rectora, Cecilia María Vélez, ha sido decisivo para concretar la conexión entre la vida y la historia del arte con imágenes que provienen de fuentes tan diversas como revistas, periódicos, televisión, fotografía, modelaje, el análisis de la obra de este compatriota, muerto prematuramente, (1943-1995), a quien sus compañeros de generación recordamos desde la obtención del Premio Nacional de la Bienal de Coltejer en 1968, cuando la crítica de arte, Marta Traba, expresó que se trataba del mejor expresionista joven del país.
Luis Caballero se recreó en el cuerpo humano, profundizó en el Renacimiento, dibujó con realismo figuras imborrables, adquirió la estatura de maestro y en 1990 explicaba sus intenciones de hacer una gran obra con la afirmación referente a “la falta de ambición del arte contemporáneo. En plástica es indispensable crear una imagen necesaria. Lo demás es decoración”. Creó desde su soledad. Se convirtió en el escultor del dibujo. Los excelentes desnudos del pintor son dramáticos, obsesionan y conmueven con estilo propio, comprometido, sin inhibiciones. Sus cuadros registran la ilusión del movimiento, el desnudo es infinito. Según Álvaro Medina, Caballero quería inquietar. A tal punto que, tratando de vivir aquello que pintaba, llegó a autorretratarse ensangrentado y agonizante. Con la seguridad del que ha producido una obra importante, llamó “negros” a sus últimos cuadros, sin adivinar, por cierto, que también serían los últimos”.
Excelente ocasión la de este homenaje para que estudiosos, académicos y, en general, quienes quieran y puedan, hagan presencia en una exposición que compendia no solamente el interesante tramo de la vida -para todos ese breve paréntesis- de Caballero, sino parte fundamental de la historia del arte colombiano. Son trazos, compuestos de masas, de volúmenes, de luces a disposición del público. Temas como la Crucifixión, la Piedad, el Cuerpo Yacente, la dramática aproximación al ser humano, la expresión del dolor y la violencia, con las anécdotas pertinentes, están ahí, para que los contemplemos. La exposición merece ser visitada.