EN CARTAGENA
A bailar polca pues
EL H. Concejo de la hermosa Cartagena se encuentra a punto de expedir una reglamentación que seguramente dará para muchas reflexiones en nuestro país. Se trata de prohibir que menores y adultos bailen “sexualmente” ritmos como la champeta y el reguetón. Además, se establecerán sanciones para los adultos que bailen “sexualmente” delante de menores, las que pueden consistir en capacitaciones obligatorias y hasta en multas pecuniarias. La sustentación del concejal ponente es de naturaleza variopinta, que va desde lo jurídico, como la prohibición en el Código de Policía para actos sexuales en sitios públicos, pasando por lo sociológico, cuando advierte que en Cartagena, a través de distintos ritmos musicales, se les despierta a los jóvenes tempranamente a la erotización; pero advirtiendo que los niños siempre van a poder bailar, pero como niños. Señalando que los hechos donde las niñas son violentadas sexualmente o embarazadas, se pueden deber a que empezaron muy temprano bailando como adultas. También advierte el ponente de la iniciativa que debería existir una regulación para la radio colombiana, para que las canciones de alto contenido sexual se pasen en horario nocturno.
¡Qué diría el jurista Kelsen ante las reglamentaciones que ahora ocupan al H. Concejo de La Heroica, ante su firme advertencia de que la moral es el Triángulo de las Bermudas del Derecho! La cosa no va a estar fácil para distinguir entre la sensualidad en las danzas y la sexualidad de los bailes; van a quedar prohibidos de tajo el “bolero amacizado” y el “merengue apambichao”, para no hablar de la cumbia o el mapalé; en este último el Concejo sería reincidente pues ya lo habría prohibido en 1921 rememorando los beneficios de la Santa Inquisición. Y seguramente que ese poder reglamentario se contagia hacia otros lares como el Viejo Caldas o Antioquia y correrá seguramente la misma suerte el tango en la mayoría de sus pasos, que en adelante solo se va a poder bailar suelto por Acuerdo. Ahora aquello de que “mejor bailemos abierto”, ya no será por miedo a que me mira mi suegra, ya no tan vilipendiadas, sino a la multa que puede venirse peor, que si se conduce el vehículo borracho. Debería aprovechar la Honorable Corporación y de una vez impulsar los que podrían llamarse bailes púdicos, de pronto lo que arroja culturalmente el Caribe no es correcto y habría que acudir a importar danzas europeas. Un buena orden del Concejo sería decirles a los muchachos que deben bailar polca o kasachok, danzas que les garantizan un despertar tardío a la sexualidad.
Qué lamentable que este sea el tema que ocupe a los ediles de Cartagena, ciudad que merece mejores defensores de su cultura caribeña que todos disfrutamos y queremos. De pronto sacarles tiempo a unas buenas reflexiones sobre cómo mejorar la educación de los jóvenes sea más fructífero, que el experimento inútil para dilatar su despertar a la sexualidad.