Ambiente caldeado
En el preludio de las elecciones presidenciales siempre se caldea el ambiente, pero ahora, la fiebre preelectoral comienza a subir de manera manifiesta.
Por lo pronto se avecina otro paro agrario. No parecen muy afortunadas las declaraciones de la semana pasada del Ministro del Interior que, en fallido intento de enervarlo, trató de atribuirlo a cuestiones políticas. Nada más contraproducente, con semejante quite no hace otra cosa que encenderlo más. Algo parecido le sucedió al Presidente de la República en el pasado, cuando subestimó la protesta y salió a decir que no pasaba nada. Más sensato el Vicepresidente de la República ahora, que recordó el viejo dicho del refranero popular, si el rio suena, es porque piedras lleva. Las protestas sociales no pueden minimizarse ni subestimarse; cuando la gente protesta, es por algo y generalmente tienen la razón. Es mejor tomar decisiones a tiempo, que después tener que tomarlas contra la pared.
La queja es que el Gobierno no ha cumplido con los acuerdos. El Vicepresidente ha replicado que los acuerdos son para cumplirlos, dando a entender que la protesta es razonable. Tremendo lío el del Gobierno, pues de los acuerdos incumplidos, dicen los líderes de la protesta social, son los que tienen que ver con la renegociación de los TLC, que el Gobierno no ha emprendido. No se observa cuál pueda ser la salida del atolladero.
Mal momento para el anunciado paro agrario, finales de abril y comienzos de mayo, preámbulo electoral. El programa reeleccionista no sube en las encuestas y las Farc contribuyen desprestigiando el proceso de paz con sus incursiones criminales aceleradas. Lo único que lo favorece, es que todavía no se perfila el contendor; al que va a apareciendo lo van liquidando; al candidato del Centro Democrático le lanzaron el rumor de que no despegaba sin haber arrancado; a la candidata del Partido Conservador la dejaron en interinidad por cuenta de un Consejo Nacional Electoral compuesto por representantes de los partidos de tendencia reeleccionista; las candidatas de la izquierda las castigó la mala administración de Bogotá. Todos suben como palma cuando aparecen y luego bajan como cocos; y al del Partido Verde, en turno, con la firme equivocación de creer que los votos de la consulta son del partido, él mismo se encarga de su descenso al nombrar como fórmula vicepresidencial a una ilustre desconocida y presentar como explicación política para aspirar a la primera magistratura de la Nación, una expresión que parece sacada de un concurso de belleza, cuando se dice que: “no se quiere ser presidente, sino hacer como presidente”. Este sí que es un lío existencial.
Así las cosas, nada está definido todavía. Esperemos la confrontación de los programas y que esos 18 millones de indecisos se inclinen por la mejor propuesta. Si el voto de opinión se impone, ninguna maquinaria podrá contra éste.