Bogotá y Cundinamarca comenzaron a armar su maquinaria para diseñar el plano que seguirán, una vez estrenen baterías la alcaldesa Claudia López en la capital y Nicolás García, en gobernación de Cundinamarca.
Estaba cantada la unión cuando se planteó en el Congreso, la importancia que tendrán las Regiones Autónomas Territoriales, para agilizar esfuerzos y obtener resultados comunes, entre ciudades y periferias en sus respectivas zonas.
Esta vez, son mandatarios jóvenes con coincidencias para desarrollar sus administraciones, bajo nuevas dinámicas al despertar áreas con vías, trenes, educación, salud y fomento económico, impulsando sus valores natos para efectiva eficiencia.
Sin caer en exagerado optimismo, la unión dentro de margen prudente se puede afirmar que, los habitantes de 116 municipios cundinamarqueses y los más de 8 millones de personas en Bogotá, tendrán nuevo aire social y laboral.
Eso equivale a la formación de un eje de vida en desarrollo para trabajo con creatividad y visos atractivos en beneficio de la población central de país.
Ojalá se centren en nuevas generaciones que, sin duda al ver a la alcaldesa y el nuevo gobernador ´con las pilas puestas´, esos jóvenes reaccionaran con propuestas para la fusión de sociedad, en orden e iniciativa de organización como empresa humanitaria.
Es como si dos familias se acercaran para tener colaboración y sana convivencia con paraguas en mano a guarecerse de la lluvia politiquera que, durante años, ha prevalecido en pequeños y medianos municipios vecinos a grandes ciudades.
La mencionada lluvia no es otra que el granizo destructivo de la corrupción que cae con fuerza, cuando se trata de proyectos de importante inversión. Solo un documento central de normas debe regir esas eventuales contrataciones.
Esta reflexión está sobre mesa del Gobierno Nacional que anticipó en días recientes la unificación de requisitos para licitantes, sometida a una sola línea de exigencias, en lucha contra corrupción.
Se espera que luego de la campaña electoral, tanto López como García, integren sus equipos de trabajo, bien para lo correspondiente a sus respectivas administraciones, como también en el impulso de la Región Territorial.
Definiendo con tiempo las bases quedará sembrada la idea para el florecimiento del proyecto que debe incluir toda su incidencia económica, como esencia para educación, salud, cultura general y fomento deportivo.
No pasa inadvertido el desarrollo productivo como escala de valores, toda vez que animará inversión y promoción cultural con la vocación de trabajo en poblaciones de Cundinamarca y localidades distritales.
Cuanto menos tiempo pase el debate de Ley, para darle vida a las regiones territoriales, tanto más se ganará en responder, al amenazante desempleo que agobia al país. Es razón para que Bogotá -Cundinamarca, sea a lo cachaco, región regia.