Terminar o comenzar el día sin un peso en el bolsillo es la mayor preocupación de las personas y esto está sucediendo de manera creciente en el país. Situación que causa desespero, inseguridad, enfermedad y hasta la muerte.
Cuando alguien ve que ha llegado al límite de su economía, pierde toda esperanza y lo desvía de su vida normal. Padres de familia que no pueden matricular a sus hijos en colegios ni universidades por falta de empleo, otros que han perdido el trabajo, aquellos que llevan meses y hasta años agotando sus ahorros o vendiendo sus pertenencias, más aún, aquellos endeudados sin poder pagar sus obligaciones y teniendo un acoso de llamadas cobrándoles sin poder responder, temiendo un embargo y reporte a centrales de riesgo, perdiendo su crédito y buen nombre, no porque no quisieran pagar, sino porque no tienen manera de hacerlo.
Pequeños y medianos empresarios quebrados por la situación, sus ventas bajaron al punto de no poder sostener a sus empleados, cerrando negocios. Otros acosados por pagar los impuestos de su casa, vehículo y declaración de renta. Grandes empresas recortando personal, buscando nuevas estrategias de mercado, pero sus gastos continúan.
Este cuadro hace ver que las propuestas presidenciales que hoy se presentan van orientadas a la búsqueda de seguridad, dado que la delincuencia está desatada, en gran parte al desespero de muchos que optan por el robo y atraco para solventar sus necesidades, encontrando un camino riesgoso pero efectivo a sus ambiciones, pero también está la tendencia al crimen que por la debilidad de las autoridades y mas aun por la impunidad de la justicia se da, perdiendo el temor y respeto a la ley.
Quien aspire gobernar el país de ese inmenso menú de candidatos, muchos de ellos desconocidos, sin una trayectoria publica que les de posicionamiento ante la opinión, otros conocidos pero ya desgastados, sin credibilidad, algunos con buenas expectativas en ascenso, unos sin partido ni respaldo ciudadano ni político.
Este es el panorama que presenta el país de cara al año entrante que es puramente electoral. Los partidos políticos alistan los mecanismos de selección, se vislumbran alianzas ideológicas afines y posiblemente esa inmensa lista de casi 60 aspirantes se depure para la primera vuelta.
Pero hasta ahora no se escucha ninguna propuesta básica atractiva, efectiva y real, de algún candidato que plantee esa necesidad apremiante del colombiano, que son los ingresos, pues una persona con trabajo fortalece su familia y robustece al país, se alivia en gran parte la seguridad, genera tranquilidad al hogar, contribuye al Estado y permite el desarrollo. Se puede hablar de todos los temas e ideas, pero mientras algún candidato no proponga un plan serio y consistente de economía para el hogar, de ingresos y estabilidad laboral, los colombianos seguirán sin saber por quien votar, optando muchos de ellos por abstenerse, que sería lo peor de la elección, más que caer en manos de algún demagogo populista que conquiste votos con cantos de sirena.