Impuestos impagables y ruinosos | El Nuevo Siglo
Sábado, 3 de Septiembre de 2022

El Comité Nacional de Cafeteros ha expresado la inquietud del gremio por la amenaza de la guillotina con más impuestos ruinosos, que afectarían a unas 450. 000 familias, puesto que el 95% de los cafeteros son pequeños agricultores, quienes están agobiados por los gravámenes, el alza de los insumos agrícolas y los abrumadores costos de transporte que los despluman. Lo que más temen los cafeteros es que en el afán de recaudar más, ocurra lo contrario y fuera de eso, temen que al subir el precio baje el consumo de esa bebida. Además, se quejan del mal estado de la infraestructura vial, en algunos casos inexistente y fuera de eso muchos de ellos están cercados por la violencia.

Si sobre ese sector vital de nuestra producción agrícola tienen los recaudadores y algunos legisladores tan mala información, qué decir sobre el sector azucarero. Es verdad que los grandes ingenios en el Valle del Cauca deben pagar impuestos, es algo en lo que todos estamos de acuerdo. Lo que no se debe olvidar es que los pequeños productores de caña les venden su producción. Y de eso viven. Por lo que se debe llegar a una fórmula justa y equilibrada en materia impositiva.  

El ensayo de Juan Silvestre Peña García "Poder, Sabor y Dinero" sobre la política fiscal del actual gobierno de México, muestra que al pretender legislar y regular los impuestos, teniendo de manera supuesta como fin favorecer la salud popular, tuvo el efecto contrario del que buscaba. Algo similar pasa en el caso de elevar los impuestos a los refrescos en otros países. 

Peña demuestra que la utilización del poder Ejecutivo, Legislativo y hasta Judicial en México, para supuestamente favorecer la salud del pueblo, ha terminado por exaltar el monopolio de bebidas extranjeras, perjudicando al productor nativo y al público de menos recursos. 

El autor cuestiona severamente los conocimientos y argumentos del gobierno y los legisladores, en este caso de los refrescos, que condujeron a llevar al extremo el alza impositiva ruinosa, sin atender que se trata más de un asunto de educación, así como de captar lo elemental. La población menos favorecida de México no es la que consume más refrescos, puesto que para el pobre que acuciado por la necesitad, consume un almuerzo magro y barato, que complementa con la bebida. No es lo mismo que ocurre con la clientela de jugosos recursos, que tiende a ser sedentaria y puede beber cuantas bebidas más caras se le antojen. Por lo general, es allí donde suele aparecer la obesidad y la enfermedad. Tema que se debe manejar mediante la educación y la disciplina personal.

En suma, la negativa experiencia mexicana demuestra que se empujó a los productores nacionales a despedir a parte de su planta de personal y cerrar varias fábricas por las millonarias pérdidas. Eso determina que se castigue al consumidor de menores recursos y el común de los mexicanos tenga que optar por bebidas más costosas, sin la calidad básica que debe tener un producto popular como ese. 

La excesiva participación del Estado mediante los impuestos ruinosos al productor y favorecer el monopolio foráneo es una lección que debemos aprovechar en nuestra región para no incurrir en el mismo error. No olvidemos que, en el pasado, en nombre de defender la salud del pueblo, se han cometido las peores arbitrariedades por cuenta de gobernantes y legisladores exaltados y que trastornan su juicio por cuenta de la demagogia. En especial, al no tener en cuenta los elementales principios de justicia fiscal, los cuales debe facilitar la contribución de los ciudadanos de manera proporcional y equitativa. 

Es elemental y regla universal la proporcionalidad tributaria según la capacidad del contribuyente, que aporta al Estado una parte equitativa y justa de sus impuestos, utilidades y rendimientos o de la riqueza que grava el legislador para la contribución del gasto público. Por lo tanto, para no repetir el error del gobierno de México de favorecer el monopolio extranjero, lo que corresponde es seguir la regla fiscal sabia y milenaria de no ahorcar al contribuyente, en especial en el caso agrícola y de las bebidas.