HUGO QUINTERO NERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 14 de Enero de 2014

Visas y revisiones

“No hay trámite más engorroso para un extranjero que solicitar ingreso a Colombia”

Aparte del papel más que decoroso que se espera de la Selección Nacional en el Mundial de fútbol, que habráde celebrarse en Brasil en el verano de ese país, la otra noticia que trasnocha a los colombianos, más alláde las elecciones o incluso de las condiciones en que las Farc  firmarán la paz con el gobierno nacional, es la de saber si finalmente nos van a suprimir la exigencia de visado para visitar territorio Schengen.

 

El gobierno español, obviamente más atormentado por la crisis económica interna que por la vergüenza de haber vendido sus lazos históricos con Iberoamérica para comprar su pasaporte europeo, intenta reparar ese baldón histórico liderando la proposición de abolición ante el Parlamento Europeo.

 

Nada mal, si se logra. Aunque no es bueno albergar muchas esperanzas. Los huecos económicos que hoy muestra la manta de Mastritch que arropa a los europeos siempre necesitan el chivo expiatorio de los inmigrantes para explicar sus altísimas tasas de desempleo o el derrumbe de sus servicios sociales. Si apenas ahora, el 1 de enero de 2014, le autorizaron la libre circulación por Europa a rumanos y búlgaros, que son miembros de la Comunidad, y siempre bajo protestas de Alemania e Inglaterra, no veo por quéhabrían de hacerlo con nosotros.

 

Además, si se ven las cosas desde una perspectiva histórica real, Colombia no tiene mayor autoridad moral para protestar por las dificultades  que los demás países le ponen a sus nacionales para circular por sus territorios.

 

No hay un trámite más engorroso ni más aburridor para un extranjero que el de solicitar una visa para ingresar a Colombia. Los maltratos de los que algunos se quejan del Consulado español o del inglés, son nada, comparado con las historias que mucho extranjeros cuentan cuando deben  aventurarse a la odisea de viajar a un país donde puede que el "riesgo sea quedarse",  pero el peligro es poder entrar.

No deja de ser paradójico que los mismos neoliberales que hablan de abrirle las fronteras a las mercancías sean los mismos que sostengan la necesidad de cerrárselas a la gente, asísea para que vayan a vender su trabajo como única mercancía.

Colombia debería replantear toda su política de inmigración para intentar atraer, como siempre ha hecho EE.UU a quienes puedan aportar en algo al conocimiento nacional. Si una de las grandes falencias nacionales es la de la educación, porquéno ofrecer condiciones de inmigración favorable a unos cientos de miles profesionales o técnicos que puedan demostrar que tienen conocimientos para aportar a nuestra escasa ciencia nacional.

No es utópico pensar que en todos esos países de la ex unión soviética o en la Europa pobre de ahora, o en el África no siempre pobre, haya gentes que quieran olvidarse de sus duros inviernos o simplemente cambiar de aires, para asentarse en estas tierras fáciles, fértiles y, según dicen las encuestas, de gente feliz.

Hay que acabar con esa fea e incivilizada costumbre de suponer que las gentes de los países pobres son todos indeseables. Abrir las puertas nacionales es simplemente no hacerle a los otros, lo que tanto nos duele que nos hagan a nosotros.

@Quinternatte