Eufemismos
Probablemente no haya otro país en el planeta donde la imagen sea más importante que la realidad que en Colombia. Son ya legendarios los zaperocos que han armado distintas autoridades nacionales o simples ciudadanos contra directores de cine, periodistas, noticieros o incluso revistas cada vez que tocan algún tema que muestre la verdadera situación nacional.
Tal vez por eso mismo, aquí somos expertos en eufemismos, ese recurso literario que permite huir de la dureza de la realidad escondiéndose tras una palabra, tal como lo hizo la ahora famosa Dania Londoño en la entrevista recientemente concedida en la que insistió repetidamente en que no era prostituta sino “una mujer de negocios” o “dama de compañía” o escort. Y como el amarillismo no tiene límites, también entrevistaron a su madre (la de Dania) que aportó uno nuevo a la segunda profesión más antigua del mundo, al señalar que su hija no cobraba sino que se “valoraba”.
Tal vez tenga razón la señora, pues de eufemismos está llena esa actividad, en la que el intercambio no siempre es por dinero. “Regalitos”, ascensos, calificaciones, aumentos, portadas y toda clase de favores caben dentro de las formas disimuladas que el comercio carnal alcanza en los más diversos e insospechados escenarios.
La manía nacional por los eufemismos no se limita al mundo de la prostitución, sino que se extiende a todos los campos de la actividad nacional. Este es el país en el que la guerrilla no tiene secuestrados, sino prisioneros de guerra y algunos de los tradicionales mediadores con esas organizaciones tienen el descaro de referirse a esa criminal práctica como simples “retenciones”.
Los que viven de la corrupción administrativa no se roban la plata, sino que la desvían. Y un soborno es una simple motivación. Todavía es famoso el apunte del funcionario público que se quejaba porque confundieron peculado con rebusque. O los que ha institucionalizado el personaje del “Cura Hoyos” en La Luciérnaga que se refiere a todo peculado como un “simple faltante pendiente de justificar”.
En política sí que es cierto que abundan los eufemismos. Roy Barreras, por ejemplo, no es que se haya volteado de todos los partidos en los que ha estado a uribista y finalmente a santista, sino que la política es dinámica.
Este es el país en el que unos “pelados” llegaron al Palacio de Nariño como hijos de papi y salieron como potentados. Eso en cualquier país tiene un nombre específico, aquí se llamó el fenómeno de los “jóvenes emprendedores”. Claro que hubo otro “joven emprendedor” al que el éxito no lo llevo a la portada de Jet Set, sino a una cárcel estadounidense donde debe lamentar no haber construido zonas francas en lugar de pirámides.
Los organismos de control no se quedan atrás, mientras que en el Valle se persigue severamente a Useches o Abadías, a los demás, miembros del notablato local, no. Claro eso no se llama justicia selectiva, sino poder discrecional.
Y en esas nos la pasamos, en inventarnos nombres que disimulen la fealdad de nuestra realidad en lugar de tratar de cambiarla.
@quinternatte