Hugo Quintero Bernate | El Nuevo Siglo
Martes, 5 de Abril de 2016

ARRECIFES

Nuestro Renacido

 

POR fin, después de muchas nominaciones al premio Oscar, Leonardo Di Caprio lo ha obtenido por cuenta de El Renacido, una película en la que el director mexicano Alejandro González Iñarritu cuenta la historia de Hugh Glass, un cazador que casi termina muerto por la violencia natural de uno de los osos a los que iba a matar y más tarde por el odio y el prejuicio humano de un amigo, de esos que para qué enemigos.

 

Sin la espectacularidad hollywoodense, pero con la cercanía y la realidad de nuestra tierra, en esta semana nos hemos enterado de la historia del soldado profesional Yeffer Orlando Sánchez Fonseca, quien anduvo extraviado por la selva colombiana durante casi un mes, hasta cuando una patrulla militar lo encontró y lo rescató.

 

Sánchez Fonseca hace real la imagen publicitaria de esos soldados que aparecen en las vallas del Ejército Nacional donde Los héroes sí existen. Es un hombre salido del común, pero que pasado por el entrenamiento y la disciplina militar se convierte en alguien excepcional. De origen campesino, reivindica su pueblo boyacense de Belén y la pobreza de su familia como grandes valores.

En la buenísima entrevista que Caracol Radio le hizo, solo empañada por las preguntas de Vélez, sobre “cómo es caminar por la selva con su maletín” y por Darcy, quien confunde un morrocoy con una lechuza, muy gringos los dos, el soldado nos tranquiliza a todos sobre el nivel de entrenamiento y de moral del Ejército Nacional.

 

La entrevista muestra el acierto de la profesionalización de los soldados. Sánchez reconoce que el Ejército siempre ha sido lo suyo. Es decir, hace lo que quiere hacer, no a lo que lo obliga el reclutamiento forzoso. Y advierte que fue gracias al entrenamiento y a la elevada moral que sus superiores le inculcaron que pudo sobrevivir. Comer carne cruda de morrocoy, saber identificar los frutos que podía comer o los bejucos de los que podía beber o como desplazarse para ponerse a salvo de los animales y del enemigo, es todo producto de los cursos de supervivencia, tan duros como la realidad de una situación extrema lo requiere.

 

Asombra el respeto e identificación con su equipamiento militar y su condición de soldado de la República. Nunca pensó en entregarse a la guerrilla -a la que avistó- para sobrevivir, pues siempre confió en que el Ejército Nacional lo estaría buscando. Y no lo defraudaron.

 

El rescate en sí mismo es toda una lección de lo que el Ejército ha cambiado. Un sargento lo vio venir en medio de la selva, demacrado, barbado, uniformado y armado. Y no le disparó, a pesar de parecer un enemigo. Y dice el soldado que su sargento “aplicó las reglas comuneras de la distinción”.

 

Cómo serán de bien entrenados y de profesionales nuestros soldados que aguantan hasta el mal ejemplo del General Forero. 

 @Quinternatte