ARRECIFES
¿Tribunales de verdad, verdad?
El Gobierno nacional ha llegado a un acuerdo de justicia con la guerrilla de las Farc, como paso previo a la definitiva firma de un acuerdo de paz que debe ocurrir a más tardar en marzo de 2016.
La noticia es esperanzadora para unos, la mayoría. Y una verdadera tragedia, para otros. Esos que desde alguna de las dos orillas extremas sueñan con una guerra total en la que acabarán hasta con el último de sus enemigos, aunque para lograrlo tengan que arrasar con millones de inocentes. Lo que realmente desean unos y otros, es con una especie de Hiroshima en la que no quede nadie para contar el cuento. Así podrán imponer un único relato de los hechos.
Justamente lo más difícil de reconstruir en cualquier conflicto, largo o corto, ideológico, económico o étnico, son los hechos. Todos los que ejercemos el derecho sabemos que así sea una pequeña disputa familiar o una societaria, cada actor de ese pequeño conflicto siempre tiene e intenta vender una versión interesada de los acontecimientos. Al final el verdadero triunfo de los contendientes es la reconstrucción de los hechos a su modo y manera.
Los hechos son tozudos, decía Lenin. Lo que no dijo es que son más tozudos los intereses de los que quieren tergiversarlos, reconstruirlos o destruirlos. Y algunos intentarán reconstruirlos hasta dejarlos de “Adorno”.
Por todo eso es que lo poco que se ha conocido del Acuerdo sobre Justicia que han alcanzado Estado y Farc, parece en general muy razonable y aparentemente ajustado a los estándares mínimos que exigen los tribunales internacionales a cuyos tratados Colombia ha adherido. No parece -de lo poco que han dejado conocer- que se hayan inventado ninguna institución jurídica novedosa. Todo en general parece una ordenada y rigurosa combinación de los precedentes que en materia de justicia transicional se han ido construyendo en todos los conflictos resueltos tanto aquí como en otros lugares del mundo.
Lo más importante del establecimiento de un Tribunal Especial para el tema de la investigación y sanción de todos los hechos que serán de su competencia es que, como ocurre en Justicia y Paz, la reconstrucción de los hechos no va a ser un asunto exclusivo de los victimarios, sino que tendrá la participación de las víctimas. Desde una óptica de pura justicia transicional, la verdadera esencia de cualquier forma de restauración del tejido social roto por el conflicto es el conocimiento de la verdad.
Las posibles “sanciones” están acordadas, la forma de imposición de las penas, también y hasta la forma de su cumplimiento. En eso, según lo poco que se ha conocido, los jueces especiales tendrán poco margen de acción.
Donde se verá su mano, su conocimiento y, el que para mi es el atributo más importante de cualquier juez, su carácter, es en la reconstrucción de la verdad. En evitar su distorsión. Y en disuadir, persuadir y convencer a los guerrilleros de que como dice la Biblia “La verdad los hará libres”. A ellos, del peso de su conciencia y a nosotros del horror de la guerra.
@Quinternatte