HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 11 de Febrero de 2014

Sin caridad cristiana

 

La Corte Constitucional, con ponencia de la magistrada María Victoria Calle (sentencia T-658) confirmóla sentencia del Juzgado Penal con Funciones de Conocimiento del Circuito de Girardota (Antioquia) que amparólos derechos fundamentales de la ciudadana Margarita Alicia López Yepes (Sor María Elena López Yepes) dentro de la acción de tutela que interpuso contra el Monasterio Santa Clara de Copacabana.

Los hechos que dieron origen a la solicitud de protección judicial por parte de la religiosa López Yepes son una clara exposición de todo lo que no debe ser una orden de naturaleza religiosa adscrita a la doctrina católica. Se trata de una monja que dedicó ¡42 años! de su vida al servicio de la Iglesia. Como es natural, durante todo ese lapso y a raíz de su condición, laboró exclusiva y dedicadamente para la Orden, sin que, obviamente, haya podido construir un patrimonio propio o hacerse a bienes de fortuna porque como lo mandan los Cánones católicos “668 §3 (t)odo lo que un religioso gane con su propio trabajo o por razón del instituto, lo adquiere para el instituto. Lo que perciba de cualquier modo en concepto de pensión, subvención o seguro, lo adquiere para el instituto, a no ser que establezca otra cosa el derecho propio”.

Ahora, en su ancianidad, Sor Gloria Ascensión del Espíritu Santo, Abadesa del Monasterio Santa Clara de Copacabana no solo le inicia un proceso de exclaustración a la demandante, sino que le impide regresar al abrigo del Monasterio, sobre la base de que habría infringido los votos de pobreza y obediencia al atreverse a reclamar por su condición. No obstante, y como para que no quede duda de su “bondad”, la Superiora, le ha otorgado un subsidio mensual de cien mil pesos ¡$100.000! con el que pretende que Sor María Elena sobreviva. Afortunadamente el fallo obliga a readmitir a la Monja-anciana y a responder por ella en condiciones de dignidad humana, o mejor, de caridad cristiana.

Las discriminaciones que padecen las monjas dentro de la Iglesia, no distan mucho de la que sufren las demás mujeres en la sociedad civil, muchas de ellas a manos de sus propias congéneres, que no encuentran mejor manera de ejercer su autoridad que abusando de ella. Mucha gente, probablemente por verlas enfundadas en su hábitos, olvidan que las monjas, antes que religiosas son mujeres. Y que lo son dentro de una institución que tradicionalmente ha discriminado lo femenino, con todo y la contradicción intrínseca que significa que uno de sus mayores referentes teológicos sea mujer: La Virgen. Y que su santoral esté lleno de figuras femeninas.

Es que desde Tecla de Iconio, a quien algunos señalan como origen de las monjas, que tuvo que bautizarse a sí misma, pasando por Hildergard Von Bingen o María Theresa Kane, han tenido que ejercer su Ministerio incluso contra la Iglesia o contra los hombres que la dominan con fuerza casi misógina.

En esa negación de lo femenino debe radicar parte de la crisis de fe de la Iglesia Católica. Y cómo será de grave que hay que demandarlos para que tengan caridad cristiana.

@Quinternatte