HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 21 de Enero de 2014

Negocios y Fe

 

El escándalo desatado por el video donde se registran las declaraciones de una dirigente religiosa descalificando a quienes padecen cualquier defecto físico para optar por el “cargo”de pastor o de predicador de su organización, ha ido girando de la natural indignación por tan evidente caso de discriminación, hacia la sorpresa por los poderes económicos que se derivan del negocio de la fe.

 

Tan vieja como la humanidad es la necesidad de encontrar explicaciones a los misterios naturales. Y más antigua aún es la existencia de quienes se aprovechan de esa necesidad tan humana. No fue sino que apareciera el primer humano atribuyéndole divinidad a uno de los millones de volcanes que entonces ardían por el planeta, para que enseguida otro se autodenominara druida, sacerdote, brujo o chaman y se asignara la virtud de interpretar los deseos del dios volcán y, por ahíderecho, empezara a obtener poder y a cobrar por ello.

 

Asífue, asíha sido y asíseguirásiendo. Creer en uno o en muchos dioses es un  fenómeno universal. Unos creen en un único dios que, en el peor de los casos, intentan imponerle a otros por la fuerza y otros que no dicen creer en nada, han hecho de la ciencia su religión. O de su ideología política o incluso de su ídolo deportivo.

 

Cada religión es en realidad un gran tejido de poder. Cada catedral ha sido construida sobre una sinagoga o sobre una mezquita y viceversa. Algunas de las peores tragedias de la humanidad han ocurrido por razones religiosas. Desde la tenebrosa noche de San Bartolomé, hasta la de los cristales rotos, pasando por las cruzadas y ese vergonzoso periodo durante el cual rigióel Tribunal del Santo Oficio: La inquisición.

Más atrás aún de la fe y de las religiones, están los intermediarios entre el creyente y su dios o sus dioses. Esos pastores, predicadores, sacerdotes o como se sigan llamando ahora, son los que en realidad construyen y manipulan el poder de las iglesias. Y para hacerlo, paradójicamente deben deformar la fe, trastornándola de un asunto estrictamente privado a un problema público, a veces de Estado.

El gran problema para esas religiones es que en la mayoría de países no confesionales es considerada un asunto privado. La gran paradoja es que a pesar de ser un negocio privado, estáaparentemente blindado de muchas indagaciones fiscales, laborales, penales e incluso morales. Una iglesia es en realidad una máquina de producir dinero y una perfecta operación de captación masiva de recursos.

Al son de las homilías, de los cantos gregorianos, de los góspel o de los aleluyas, van las recaudaciones, algunas tan regladas como el diezmo que en no pocas sectas lo cobran con más drasticidad que una deuda con la DIAN.

Una organización religiosa como la de la señora Mira, que se llama “Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional”es simplemente una multinacional, tan comercial como, por ejemplo, la FIFA. La gran diferencia es que los unos comercian en el nombre de Dios y los otros han hecho sus propios dioses.

@Quinternatte