Horacio Gómez Aristizábal | El Nuevo Siglo
Sábado, 18 de Junio de 2016

Libro de Castro defiende a Colombia

 

EN algunos de mis libros atacamos a los funcionarios corruptos, a los farsantes, a los falsos profetas y a los sepulcros blanqueados. Esto es diferente a criticar al pueblo colombiano. No ama verdaderamente a su país quien no lo desea mejor. El además de poner el dedo en la llaga es un acto de valor. A veces conviene fustigar a los parias, a las ovejas negras del aprisco. Bolívar decía: “El mejor amigo del gobernante es el que lo critica constructivamente, jamás el que lo adula”. El incienso huele bien pero termina tiznado al ídolo. Lo expresado se nos ocurre al registrar con júbilo un gran libro de Gustavo Castro Caycedo titulado: Grandes momentos de Colombia. El texto es un poderoso torrente de optimismo sobre el país, difundiendo las figuras excepcionales de la nación y sus momentos estelares a lo largo de la historia. Se incluyen valores impresionantes de la ciencia, el arte, el humanismo, la política, el deporte, la escultura, la poesía. Se trata de una investigación rigurosa, casi exhaustiva. Las personas valiosas son incontables: García Márquez, Obregón, Botero, Arenas Betancourt, Juan Pablo Montoya, Kid Pambelé Mariana Pajón, Efraín Forero, Ramón Hoyos, María Luisa Calle, el “tren” Valencia, Falcao, María Isabel Urrutia, entre otros. Impacta que Gustavo Castro Caicedo quiera venderle orgullo, satisfacción y esperanza en una nación tan maltratada, tan ultrajada, tan desangrada por los renegados, los herejes, los blasfemos, los criminales, los terroristas, los secuestrados, los asaltantes del erario público. Esa es la grandeza de Colombia. A pesar de un huracán de adversidad y de infortunio se mantiene erguida, enhiesta, altiva, como un peñasco firme en medio de la tormenta.

 

La obra le dedica un capítulo a los diálogos de Cuba. Todos, los colombianos y extranjeros queremos la paz. Pero más importante que la paz, es eliminar las causas desastrosas de la guerra. Kennedy expresó: “Los que no facilitan el cambio del modelo económico  -generador de desigualdades irritantes- por las buenas, harán Inevitable el cambio  por la fuerza y por las vías de hecho”.

 

¿Cuándo llegará el final de lo que sigue?.  Bienaventurados los pobres de espíritu, pues continuarán en la pobreza y nadie reaccionará; bienaventurados los que padecen persecución por su inconformismo, pues así todo seguirá igual; bienaventurados los que lloran por falta de pan, techo y trabajo, pues la resignación permitirá que nada se altere; bienaventurados los sumisos, así nadie derribará los muros de la opresión; bienaventurados los misericordiosos, pues con las migajas que le dan a los miserables, evitan la protesta y el choque contra los poderosos.

 

El pobre necesita tierra y no tiene donde trabajar, paga impuestos y no tiene vivienda,  educación, ni medicina.

 

Es bueno acabar con los moscos, pero es más urgente hacer desaparecer la laguna nauseabunda que genera oleadas de insectos venenosos.