MODERAR ESPÍRITU REPRESIVO
Propuestas del Ministro de Justicia
Muy importantes las propuestas del catedrático y destacado penalista Yesid Reyes, actual ministro de Justicia, para descongestionar con urgencia, la población carcelaria del país. “En las cárceles los buenos se vuelven malos y los malos peores”. Los hombres amontonados como las manzanas engendran pobredumbre.
Para empezar, con la Constitución del 91 pasamos de la democracia representativa -86-, a la democracia participativa, pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana. Este enunciado quiere decir que no solo el Poder Judicial puede administrar justicia. Administra justicia el tribunal de arbitramiento, el juez de paz y el conciliador entre otros. El Ministro de Justicia propone eficaces reformas legislativas para impedir el ingreso de tanto acusado, -amparado por la presunción de inocencia- al ambiente carcelario. Y esto va a contribuir eficazmente para moderar el espíritu represivo y carcelario de multitud de funcionarios dominados por la idea falsa, de que investigación sin preso es un “fracaso”. Por eso buscan a “un culpable”, no al “verdadero culpable”.
El argumento de este y todos los gobiernos es que no hay dinero para ensanchar costosamente la nómina burocrática. La solución es simple. Acudir al sistema de la contratación utilizando catedráticos, tratadistas, litigantes honestos y capaces y pensionados del Poder Judicial, para que evacuen ágilmente miles de asuntos acumulados en los despachos oficiales.
Igualmente hace falta crear un Banco de información judicial en el Ministerio de Justicia que almacene leyes, actos legislativos, ordenanzas, acuerdos, decretos, doctrinas, jurisprudencias y normas para facilitar la actividad judicial y el trabajo de los abogados litigantes.
El ministro de Justicia, doctor Reyes, es un defensor independiente de la presunción de inocencia, para muchos casos, en los cuales el encarcelamiento resulta funesto para el sindicado y para la sociedad. En un libro reciente mío, afirmo lo que sigue: “La detención preventiva por poco tiempo, aun con buenas cárceles, para gente sin antecedentes y víctimas de acusaciones no graves es perversa y contraproducente. Los sitios de reclusión son universidades del crimen y se adiestran aún más los unos a los otros. Se capacitan en coartadas, intimidación o soborno a funcionarios y testigos, desaparición de pruebas, alteración de documentos, tráfico de influencias, etc... De otro lado el sindicado primario, al ser privado de su libertad, puede perder su empleo, fracasar su negocio y enlodar negativamente a su familia. Se dice, equivocadamente, que la detención es indispensable para evitar la fuga y para que no se alteren las pruebas. Esto quiere decir que es más grave el remedio que la enfermedad que se trata de erradicar. Nadie abandonará su familia, sus amistades, sus negocios para esquivar un proceso de perfil regular. Si se desea manipular los elementos del delito se puede acudir a familiares y allegados”.
De cada 10 delitos que se cometen en Colombia, 7 son ejecutados por reincidentes. Las cárceles no reeducan, ni rehabilitan. Las condiciones de hacinamiento, ocio y promiscuidad las convierten en fábricas de criminales peligrosos.