CÁTEDRA DE PATRIOTISMO
Una Academia es en relación con un país, lo mismo que el cerebro en relación con el cuerpo humano, la parte más trascendental y luminosa. Con frecuencia se afirma que a las academias acceden personas que fueron importantes, pero que ya no lo son. Víctor Hugo sostuvo: “un académico es un buey, antes era un toro de lidia”. El inmenso poeta Rubén Darío exclamó: “De las academias, de las blasfemias y de horribles epidemias líbranos Señor”. Todo lo que constituye institución clave en una nación, es victima de sátiras, ataques, y del mas insólito humor negro. Pero la verdad “verdadera” es que a una Academia como a un museo ingresa lo mejor, lo selecto, lo excepcional. Para un Académico no hay excelencia sin exigencia. Las academias son focos de poderosa irradiación cultural y concentración de la inteligencia y la virtud.
Los institutos dedicados a investigar el pasado son cátedra de patriotismo. Con sus libros, ensayos, publicaciones y eventos culturales enseñan a amar la patria. La patria es lo que une, por encima de lo que divide. “Ama siempre a tu prójimo, recordaba San Agustín y más que a tu prójimo, a tus padres, y mas que a tus padres, a tu patria. La patria nos engendra, nos nutre, nos educa. Es más preciosa que todo el mundo. Vivir para la patria y engendrar los hijos para ella es deber de virtud…”.
La Academia Colombiana de Historia, acaba de elegir Junta Directiva. Presidente Juan Camilo Rodríguez, hijo del expresidente de la corporación, Horacio Rodríguez Plata, vicepresidente Eduardo Durán, secretario Horacio López, tesorero Gentil Almario, director de la Revista Fernán González, jefe de Archivo Roye Pita. Con elegancia humanística Antonio Cacua Prada asumió la derrota. No fue elegido por faltarle dos votos. Se ha lamentado no haber incluido en la Junta Directiva a una sola mujer. Las tenemos muy valiosas. Adelaida Fourdis, Pilar Jaramillo, Magdalena Corradine, Teresita Morales de Gómez, entre otras. Las damas en nuestra academia han sido ejemplo de asistencia, rendimiento y dignidad.
Grandes servicios le han prestado a la academia. Enrique Gaviria Liévano quién deja la presidencia. También fue excelente conductor de la institución, Santiago Díaz Piedrahita, científico galardonado varias veces.
La academia mantiene viva la tradición de publicar libros, realizar memorables debates humanísticos. Hace circular continentalmente una maciza revista, donde se divulgan estudios de enorme densidad.
Ojala que el Gobierno contribuya con mayor generosidad al sostenimiento de estas organizaciones que tanto bien le hacen al país y a la cultura.