El manicomio de Sibaté , hospital neuropsiquiátrico Julio Manrique de la Beneficencia de Cundinamarca, se hizo tan popular en su época -fundado el 10 de agosto de 1937- que, ordinariamente, cuando a alguien se le quería sindicar de “loco” se le condenaba para que se fuera para Sibaté, expresión popular que llegó al colmo de suponer que los habitantes de ese municipio todos padecían desequilibrios mentales: esquizofrénicos, bipolares, epilépticos, adictos, paranoicos , catatónicos, etc, reclusorio con fines restrictivos y poco médicos y sanatorios.
Su deterioro y manejo descuidado e irresponsable fue corregido y ratificado por la Contraloría en una investigación, de cuyo resultado se recopilaron las historia clínicas, 36.000, con lo cual se intentaba imitar a Foucault, en su famosa obra “Historia de la Locura”. Una pauta derivada de las teorías de Kraepelin, uno de los más importantes maestros de esta especialidad médica.
Sibaté se estableció municipio en 1967. Antes solo era conocido por ese manicomio. Un campo de concentración similar al del municipio de Agua de Dios. Otro pueblo organizado como lazareto el 10 de agosto de 1870 y que la Ordenanza Nº 78 del 29 de noviembre de 1963 lo instituyó municipio y se reivindicaron sus habitantes.
La historia de estos dos pueblos tiene antecedentes muy antiguos, pues a los leprosos se les recluía en lazaretos, campos de concentración -1321, Rey de Francia, Felipe V-. Mas tarde fue a los enfermos de venéreas y, por último, a los locos. Este antecedente explica la política colombiana en esta materia.
Este comentario tiene su causa en una situación real que hace suponer un desequilibrio mental por parte de las autoridades de la administración que admiten, sin causa razonable, que en el Alto de San Miguel, por la vía que conduce desde Sibaté a las veredas de Aguabonita y la Aguadita y por último a Fusagasugá, se cobre una gabela a quienes transiten en vehículos por ese recorrido parecido o similar a lo que en el pasado se conocía como “camino de herradura”. La idea es que el cobro de peajes es para mantener las carreteras en excelentes condiciones, de lo contrario es un abuso impositivo.
El lunes que pasó se venció el término para que Invías adjudicara 29 estaciones de peajes. Pues bien, sería conveniente que el señor Contralor General, Carlos Felipe Córdoba L., adelantara una investigación, en cumplimiento de la tarea que le asigna el artículo 119 de la Constitución, en concordancia con la ley 787/02 atinente a lo que aquí se relata acerca del peaje, imitando lo que en su momento hizo la Contraloría de Cundinamarca, en el año 2003, para acabar con la aberración fiscal cometida en el Hospital de Sibaté, como consecuencia de la distracción de los dineros que se pagaban, por distintos motivos, a la Beneficencia de Cundinamarca. Una determinación tomada para combatir la corrupción que arruinó a la Beneficencia y que ahora, similarmente, tiene que ver con la carretera citada.