Hernán Olano García | El Nuevo Siglo
Lunes, 21 de Septiembre de 2015

EL MONO DE LA PILA

Visión bolivariana

EL  6 de septiembre se conmemoraron los doscientos años de la célebre “Carta de Jamaica”, en la cual, el Genio de América, nuestro Libertador Simón Bolívar, responde a la carta del comerciante inglés Henry Cullen acerca del futuro del continente; el texto fue publicado en el periódico "The Jamaica Quarterly Journal and Literary Gazzete" de esta isla antillana, en la edición de julio de 1818.

Con visión de futuro y, sin que hagamos comentarios sobre la actual situación interna de Venezuela, Bolívar escribía un párrafo que podría utilizarse hoy día por los analistas internacionales para estudiar históricamente la evolución de la política en nuestro hermano país desde la independencia:

“En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela, sus acontecimientos han sido tan rápidos y sus devastaciones tales, que casi la han reducido a una absoluta indigencia y a una soledad espantosa, no obstante que era uno de los más bellos países de cuantos hacían el orgullo de la América. Sus tiranos gobiernan un desierto, y sólo oprimen a tristes restos que escapados de la muerte, alimentan una precaria existencia: algunas mujeres, niños y ancianos son los que quedan. Los más de los hombres han perecido por no ser esclavos, y los que viven combaten con furor en los campos y en los pueblos internos hasta expirar o arrojar al mar a los que, insaciables de sangre y de crímenes, rivalizan con los primeros monstruos que hicieron desaparecer de la América a su raza primitiva”. 

Y ni qué decir, ante la situación actual que se vive a lo largo de nuestra frontera, con esta frase bolivariana: “la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo, nos amenaza y tememos; todo lo sufrimos de esa desnaturalización madrastra”; una madrastra que acogió como a Cenicienta a nuestros compatriotas, dándoles en su momento hasta un atributo adicional a su personalidad: la nacionalidad venezolana, que ni siquiera la República de Tunja le negó a Bolívar en 1814, cuando además le confirió el más alto grado militar y él llegara a agradecer ese gesto con la denominación a esta querida ciudad de “Cuna y taller de la libertad”.

¿Cuál libertad? Se preguntarán hoy tantos desplazados, deportados, rechazados y vulnerados colombianos, separados de su núcleo familiar y desarraigados de un lugar, en el que bien o mal, vivían y desempeñaban algún oficio. Como decía Bolívar: “El velo se ha rasgado; ya hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas; se han roto las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos”.

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