El camino recorrido
Nuestro problema es el siguiente: la primera generación del “Nuevo Milenio” está llegando. El mayor de ellos ha cumplido apenas 14 años, al término del próximo período presidencial habrán llegado a la edad del uso político de la razón, tendrán 18 años y estoy cierto de que desde la plenitud de su pertenencia a la era digital serán inclementes con el mundo y la sociedad que les heredamos. Si queremos ser honestos no hemos resuelto ninguno de los problemas que desde hace cincuenta años vienen interrogando por soluciones.
La violencia nos rodea; los procesos de paz se suceden unos a otros con pocos resultados no solo porque los violentos de la subversión han sido desleales sino porque nuestros actores políticos han conspirado siempre contra el éxito ajeno y porque hay todavía algunos que piensan que la guerrilla es un legitimador eficaz de un Estado endeble que no ha sido capaz de separarse del gobierno para efectuar un cambio ese sí real de ir hacia una democracia diferente a esta en donde los poderes predican su independencia con las más rutilantes palabras cuando se sabe que eso no es cierto y no lo ha sido jamás.
Aquí ha habido gente muy respetable en el manejo del Estado–gobierno que han tenido que retirarse con el peso de una tarea apenas cumplida en lo elemental porque sus émulos entienden que oposición política es tan solo impedir que un sueño legítimo se realice y por tanto hay que acabar con el de turno a fin de que no haga él lo que no se fue capaz de realizar en el pasado aunque honestamente podrían finalmente hacer una sumatoria de dificultades y de logros y permitir que por fin se llegue a la paz.
La generación que viene del nuevo milenio se preguntará por la realización del Bien Común y encontrará grandes discursos y pocas realizaciones; se preguntará por el servicio de salud y se tendrá que decirle que estamos lejos de hacer algo consistente; se preguntará por la educación y, además, se interrogará acerca de cómo un país tan rico ha podido ser un consolidado ejemplo de “inequidad” y tantas otras cosas como el empleo deprimido pero sobre todo esa dolorida tristeza que a todos nos rodea con el espectro de la inseguridad.
El gobierno Santos ha hecho mucho, es cierto, pero hay que ser capaces de continuar y de decirse que decapitar el actual proceso de paz es un adefesio mental y político y que es preciso continuar para que a la nueva generación digital al menos le quede patria.
Habrá que apretar los dientes y tener capacidad de perdonar a nuestros enemigos y también hacerlo con los que al lado nuestro pudieron equivocarse o se equivocaron; no se trata de “perdón y olvido” sino de “perdón y continuo recuerdo” para estar atentos y no repetir lo innombrable de los actos de terrorismo, de los falsos positivos, de la violación desvergonzada de los derechos humanos.
¡Que al menos la generación primera del nuevo milenio encuentre paz!