El Día del Ejército
Cuando uno tiene la posibilidad de dar una mirada detenida a las instituciones del Estado descubre en ellas virtudes y defectos que son fruto de lo que los ciudadanos depositamos en ellas. Es poco lo que se salva porque “el cierto olor a podrido” del que hablaba J. L. Martín Vigil está por todas partes y es tal el problema que hasta el fin de los días propios se mira con una creciente esperanza. Nadie pensaba que fuera posible superar los niveles de la degradación y ha sido posible. Por eso a la manera que se aconseja en De Senectute uno va meditando los bellos ejemplo de humanidad que aún conservan la limpieza de quienes creemos que “acertar también es humano”.
Dos instituciones, sin embargo, llaman la atención. Una es la Iglesia de Jesucristo guiada por Francisco y otra es el Ejército de Colombia en sus versiones de tierra, mar y agua magistralmente dirigido y que ha venido saliendo de algunos graves episodios de un pasado reciente que jamás pudo derrotar tanto heroísmo y tanto mérito acumulado desde el amanecer de la Independencia.
Esta es una edad de oro institucional que llega en el momento en el cual se hace el balance de un gobierno que ha tenido que luchar contra acumulados desaciertos y malas herencias en múltiples campos. El éxito de Santos no será la reelección sino la capacidad de re-orientar de nuevo las instituciones hacia el Bien Común, razón de ser de la política y de la convivencia.
Precisamente es el Ejército Nacional quien más centrado está en el Bien Común y lo hace comprometiéndose “con alma, vida y sombrero”. Es difícil -imposible– encontrar quienes juren defender la vida, honra y bienes de los ciudadanos con la propia vida. Impresiona en el soldado aquello que recita en su oración con las palabras de… “llegado el caso morir por defenderte”, lo que tomado en la plenitud de su significación indica que tendremos Patria en el porvenir.
Por eso hay que reforzarlos a diario en la divisa de fe en la causa porque son ellos quienes en esta época de ruptura de la fe la tienen y saben hacia dónde se dirigen que es ese ámbito del reconocimiento de Dios como principio, de la dignidad del ser humano como exigencia, de la familia como institución guía y de la paz como meta a lograr para poder aclimatar la convivencia y la humanización de nuestra sociedad.
El Presidente, el Ministro, el general Navas y todos los demás generales se deben sentir reconocidos porque cuando miren alrededor percibirán el reconocimiento ciudadano porque ellos con sus soldados nos entregan la certeza de poder tener la tranquilidad para construir una sociedad nueva.
Ojalá se recuperara la conciencia de que todo soldado en uso de buen retiro debiera ser percibido como esa joya que circula por las calles recibiendo al menos el reconocimiento de los ciudadanos que saben que fue por él que podemos todos sonreírle al futuro de una Patria posible.