GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 16 de Julio de 2013

Siempre lo mismo

 

El problema para los lectores de historia es llegar tarde a descubrir que irremediablemente ella se repite. Se cierran los ojos y se medita sobre lo vivido y lo leído. Se podrían traer párrafos enteros de la República romana, del medioevo, de la pre modernidad y de ella misma así como de la post y no se puede ocultar esa sonrisa amarga pero inteligente de quien sabe que hágase lo que se haga el fenómeno del Gatopardo está presente. “Moverse, moverse para no cambiar”.

De la misma manera los que  “son buenos” se dan cuenta en la misma historia de que siempre sus testimonios se repetirán; que habrá Sócrates, Gandhis, Franciscos, Ignacios, Boscos, Lauras, Poussepinas, Nariños y Sucres, los Jaime Prieto… y abundarán los Maquiavelos, los Fouche, los Borgia, los Enrique VIII, los Ricardos, los Hitler… Es decir, gente buena y gente mala que buscarán unos y otros a superarse en el bien y en el mal.

Es difícil ahora en Colombia encontrar gente buena, fiable en los sectores dirigenciales (quien se quiera excluir o excluir a gente de sus afectos hágalo ahora a propio riesgo; la última vez que caí en la trampa fue ante una dolorida “amiga” que pasados 8 años no ha pagado lo que se le prestó para superar una urgencia; o aquel que habiendo podido decir la verdad la silenció porque le pagaron); la mala burguesía se ha cuidado muy bien de dejar de lado la gente de valor que no encuentra canales para participar y ha asumido tomar en alquiler gentes inteligentes que no tienen otra alternativa que el mejor postor para sobrevivir.

Cuantas veces se ha escuchado aquello de : “¡no iré con tal o cual juntos porque…!” y otras linduras que se niegan en la primera oportunidad. Cuántos no han perdido “el favor” de sus líderes por haber pensado momentáneamente distinto ya que nuestros “grandes” no soportan la deslealtad de quienes ellos suponen nacieron para obedecer. Pero olvidan que hay otra deslealtad más grave que es aquella de los “jefes” que traicionan a quienes noblemente estuvieron a su lado. Dicen de  un dirigente que frente al reclamo de sus seguidores que lo llamaban  “veleta” respondía sonriente que “lo que ha  cambiado no es él -la veleta- sino el viento”.

Hay que repetirlo hasta la saciedad que en Colombia hay quienes nacen como acreedores, es decir, que piensan que  todo lo merecen que no aspiran en verdad a nada porque nacieron “aspirados” , y desde la cuna exigen el pago de deudas que los demás han contraído. Y otros que nacen como deudores que son aquellos que han de dar gracias por las migajas que caen desde la mesa y han de ser eternos subalternos que deben aprender el arte de la lisonja y de la adulación para sobrevivir.

La carencia de credibilidad y la ostentosa corrupción ocupan no solo a la política sino a la inmensa mayoría de las instituciones. ¡Hay que hacer algo, urgentemente!

guilloescobar@yahoo.com