La sociedad está enferma
Asombra observar y notar cómo se tratan los grandes líderes del país. Su comportamiento verbal al menos “pre-ocupa” por lo ofensivo, displicente en mucho, arrogante y propenso a la violencia verbal que de ordinario genera en sus “seguidores” violencias corporales de las que durante más de un siglo hemos tenido que lamentarnos. Como casi todos estos dirigentes nuestros copian todo de fuera ellos se comportan igual y más aún en la latinidad donde por lo común -lo cual no es generalización- la educación es poca y el atrevimiento de la ignorancia es inatajable. Otras naciones padecen de lo mismo pero al menos quienes las gobiernan han realizado con seriedad sus estudios básicos. W. Churchill se burlaba de quienes por parecerse a él compraban sus puros en las mismas tiendas o los encargaban a los comerciantes de Indias.
Pues bien; insulto va e insulto viene y lo que la gente quiere escuchar es cuándo se van a superar y cómo los problemas que son habituales.
Y esta actitud de intolerancia va unida a que -por lo general- nuestros “dirigentes“ se han erigido como semi-dioses . Si alguien piensa distinto o diferente a ellos reaccionan como energúmenos y suponen que ellos son los límites inalcanzables de la inteligencia y reclaman de quienes alguna vez trabajaron con o al lado de ellos esa “fidelidad perversa“ de renunciar para siempre a pensar. Solo en Dios vale la sentencia de “quien no está conmigo está contra mi“ y el atrevimiento es ese de creerse dioses y a lo mejor sea bueno dejarlos en el error pero recordarles que tienen los frágiles pies de barro.
Los medios de comunicación han creado el medio apropiado para esa clase de políticos cuya sabiduría cabe en 140 caracteres y desde allí intentan mantenerse vigentes. Responderles en el mismo tono no es prudente sino bastaría recordarles puntos de referencia olvidados. Ojalá que alguien hiciera un estudio sobre esos mensajes que de ordinario se han dedicado a ser la variante volteriana del “calumniad, calumniad que algo queda“.
Pues bien es preciso que ese sector rabioso de nuestra clase política dirigente salga de esos malos modales y recuerde que una de sus funciones es “educar a la gente“ con su testimonio y no dividir irreconciliablemente a las gentes ya que no hay derecho a que la intolerancia se nos vaya de nuevo a convertir en un aporte adicional a la muerte. La gente, nosotros, necesita paz. Es un asunto de “bien común“. Cuando se escriba la historia de Colombia la mayoría de nuestros gobernantes solo aparecerán mencionados entre las dos fechas de sus mandatos. Ojalá todos los que están vivos se reúnan y puedan añadir un par de renglones que los justifiquen y que se pueda leer algo así como “… superadas las divergencias y las palabras vanas trabajaron juntos por construir la paz de la que finalmente gozan los ciudadanos”. Con esos dos renglones habrán hecho historia.