Guillermo León Escobar | El Nuevo Siglo
Martes, 20 de Enero de 2015

El asunto de las raíces

 

Hace unos cuantos días  en diversos países, en grandes parques  y en avenidas cayeron árboles que eran admirados por muchos y que se consideraban como ejemplo de fortaleza. No fue a causa de ningún ventarrón o tormenta. Fue en momentos climáticos de tranquilidad. Se estudió el caso  y se llegó a la conclusión de que era preciso  aprender a mirar de nuevo los árboles no por el follaje sino por las raíces porque las raíces son fundamentales ya que en ellas están el arraigo, el destino del árbol y su persistencia en el tiempo.

La crisis que ha conmocionado a Europa es uno de los grandes ejemplos de una sociedad que se equivocó de plano y optó por las apariencias estableciendo  sustituciones peligrosas aunque atractivamente enunciadas como “el libre desarrollo de la personalidad” en el lugar de la “libertad responsable”; la “tolerancia” en lugar del “respeto al otro” y el “hedonismo” sustituyendo la “felicidad”; el “exitismo” en lugar del “esfuerzo” y  el debilitamiento del rol educativo de la familia destruida por ese complejo de culpa complaciente de padres que no tienen tiempo para serlo  y delegan en los negocios sustitutivos la “educación” de sus hijos a cuyos costos proveen y añaden la satisfacción de cualquier capricho para ser amados y aceptados . Si bien sería injusto generalizar hay parejas o mujeres que engendran hijos que otros atienden durante el día. Y no son las “nanas” del ayer que habitaban en las casas sino un auténtico negocio que evita la dura pero noble tarea de educar.

Se sigue insistiendo en hablar de la crisis; ella está ahí y la cabeza de los dirigentes mundiales está enterrada en la arena. Y así no hay esperanza de salir de la encrucijada. Nadie niega el desarrollo de la inteligencia y los magníficos momentos de la ciencia pero el problema está en las raíces.

Paulo VI hablaba en su Mensaje sobre  “El desarrollo de los pueblos” de la urgencia de acudir con “ayuda” a los países pobres para que se ayudara en su despegue. No se hizo y ahora el mundo de la abundancia está sitiado por la migración. No se quiso entender que el progreso solo es positivo cuando se convierte en desarrollo, es decir, cuando todos participan de él y el resultado ha sido la “subversión de la pobreza” mucho más radical que aquellas que impulsaron las ideologías.

Pero lo más grave ha sido la pérdida de los sueños, del sentido de la vida que se sustituyó de baratos fundamentalismos generando ese enemigo sordo que es el terrorismo que está en todas partes, que sorprende en cualquier momento y que  caracteriza a aquellos que no sabiendo para qué viven disponen de su vida y de las vidas de los demás. Es un enemigo bien camuflado porque está entre nosotros y lo alimentamos con la debilidad en la formación en principios y valores que a lo peor ni nosotros mismos aceptamos que son raíces que es urgente recuperar.

guilloescobar@yahoo.com