Diplomacia paralela
Hay francamente desespero en muchos ámbitos por participar en el proceso de paz de La Habana. Ya muchos lo lograron y se dice de algunos que van a Cuba y regresan con una historia difícil de creer pero hablando de una reunión confidencial con las Farc. Ninguno se reúne con De la Calle porque esa información sería controlable. El arzobispo Castro logró, finalmente, ser aceptado entre los que públicamente se muestran en los predios de Fidel con alguno de sus asesores pero ha sido difícil escuchar algún mensaje pastoral que oriente a los cristianos-católicos de este país.
Pero bueno, lo que hoy aterra es que la gente de Roma -en nombre de la Iglesia- lucha por estar presente. Nosotros hemos tenido grandes nuncios que no han permitido ser sustituidos por ninguna diplomacia paralela. Recordamos con admiración a Paolo Romeo -hoy cardenal de Palermo- con su inteligente brusquedad y su fina percepción política; en mente está Beniamino Stella -hoy cardenal en la Curia Romana- siempre claro, fino, prudente, con el sentido real de la diplomacia que supo ingresar de manera determinante en la facilitación al lado del arzobispo Alberto Giraldo. Balestrello -el nuncio actual- es conocido por su inteligencia y por haberse formado en los más estrechos círculos del poder y se supone no aceptará ser sustituido por la “diplomacia paralela” de la Comunidad de San Egidio que lleva tiempos busque que te busque hasta que esta semana pasada -lunes- llegaron a Bogotá y partieron el jueves para La Habana. Dios se apiade de nosotros el nuevo Mozambique.
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El debate en el Congreso
Fue penoso y doloroso el debate en el Parlamento. Se destiló odio. Cómo se le va a pedir al país que entienda, perdone y se reconcilie mientras que estos padrastros y madrastras de la Patria hacen gala de todos sus rencores, de esa memoria enferma de una serie de personas poco creíbles porque los ciudadanos no sabemos con qué máscara o disfraz están actuando. Si no fuera por lo delicado del tema causaría risa ver cómo se le tuerce el cuello al Cisne de la verdad; o cómo algunos herederos de antepasados ilustres que sabían de qué estaban hablando asumen tan solo de ellos el tono grandilocuente pero ausente de mensaje. “Yo te acuso, tú me acusas, nosotros nos acusamos, ellos acusan”. Es todo un trágico sainete mientras el país arde y los ciudadanos entendemos que con esta clase de parlamentarios Colombia no será posible.
A propósito, si son las bancadas las que piensan ¿no basta que debatan uno por grupo y los otros regresen al trabajo cotidiano? (El Senado romano terminó teniendo tan solo un senador, qué gente tan privilegiada). Y así quieren ponernos el voto obligatorio para forzar -mediante multas y sanciones- la participación y presentarla ante el mundo como legitimación democrática. (Para suavizar las duras impresiones de un debate ruinoso coloqué un viejo discurso de Guillermo León Valencia ese sí pensador y orador que para ser honesto se quedó sin herederos).