GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 2 de Septiembre de 2014

Es irremediable: ¡vamos cayendo!

 

Por lo general cuando se llega a una época de decadencia  no hay quien la detenga mientras no se llegue al fondo del abismo y se descubran de nuevo las preguntas fundamentales y las respuestas sensatas que permitan volver a soñar y a tener la pretensión de “construir una nueva sociedad”.

No hay que hacer grandes discursos. Hay bellos escritos sobre la vida pero se es partidario del aborto y de la eutanasia porque al fin y al cabo se trata de dos seres inútiles el uno porque o constituye un obstáculo o no viene tan perfecto como se quisiera en una sociedad centrada en la belleza física o en la apariencia o constituyen un obstáculo para el éxito personal o se hace pagar en sus cuerpos inocentes las diversiones de otros cuerpos culpables. Y con los ancianos se les considera seres inútiles que ya cumplieron con su misión y nada justifica que causen presión sobre la economía ahora que no hay quien trabaje a bajo costo para sostenerlos.

“Prohibido prohibir” es el planteamiento que origina el “relativismo triunfante”. Su efecto es el enunciado del libre desarrollo de la personalidad. La forma básica de familia va desapareciendo y la sociedad que de ella depende como paradigma también es diferente. Se habla con las mismas palabras pero se piensa que contienen para cada uno algo diferente. Se es insatisfecho y las palabras no dan la medida de la voracidad. Ya no se es rico sino super – rico; todo en si es super o si no no vale la pena. Dios no existe y su idea no unifica ya que cada quien ha fabricado un “dios a su imagen y semejanza” que no reclama  sentido de la culpa o que perdona todas las cosas. Se habla de miseria y de pobreza y poco se hace y no hay compromisos sociales sólidos para superarlas. Se reparten camisitas ordinarias a los niños pobres pero quienes lo hacen festejan su buen corazón después en un banquete que a muchos hambrientos saciaría.

Algunos de nuestros gobernantes y legisladores se divierten jugando al poder. La corrupción cunde. No hay norma moral. Y si la hay no sirve y termina teniendo razón esa burlada reina de belleza que demandaba eso de mujer con mujer, hombre con hombre, etc.

Y todo va de cabeza ya que si alguien ha robado algo puede llegar a pagar más cárcel que alguien que ha asesinado trescientas personas y ordenado la muerte de tres mil.

Ahora debido a todo ello se nos llenarán las ciudades de asesinos confesos  que exigirán el aplauso social porque  tuvieron la valentía de “poner la cara” para decir ante la televisión “lo siento mucho” y todo arreglado. No hay que olvidar que cuando la decadencia llega trae consigo formas inimaginables. En la decadencia del Imperio Romano se efectuaban ceremonias con un caballo (creo que uno de ellos fue senador). Todavía faltan normas para la decadencia total. Hay jueces que se han propuesto acelerarla.

guilloescobar@yahoo.com