Guerra y paz
Ha pasado la primera vuelta de lo que se llama “la escuela elemental de la democracia”. Ella es “participación” y según quedó en claro no hay motivación para ello. A la abstención pasiva hay que sumar la activa del voto en blanco y la “rabiosa” de quienes en un formulario tan elemental se equivocaron anulándolo. La ciudadanía está ofendida ante esa sentina moral en que se convirtió la campaña política. Da pesar ver la Patria sometida a estos vejámenes que no merece.
El “índice moral” de los dirigentes ha orientado la gente hacia el abismo. Todo está permitido y estremece las lecciones morales que dejamos como herencia a hijos y a nietos. Ya lo dijo el Maestro León de Greiff: “todo no vale nada y el resto vale menos”.
Muchos esperábamos que la sanción social frente a tantos irrespetos entre los candidatos -que en verdad son irrespetos con los ciudadanos electores-encontraran una sanción civil plena y no fue así porque a la gente se le enseñó a odiar, a “valorar la viveza”. La moral no existe y se ha vuelto actual de nuevo aquello del “calumniad, calumniad, que algo queda”. Moralmente la calumnia es imperdonable pero Maquiavelo quedó convertido en un aprendiz ya que él se atrevió tan solo a constatar la “corrupción de los fines” pero nunca se imaginó que aquí se llegara a la “corrupción de los fines” . (“No pidan permiso si los sorprenden pidan perdón”).
Se trata de tomar la decisión de si vamos a la guerra o vamos hacia la paz. No hay alternativa. Por lo común están con la paz los que pagan personal o comunitariamente el precio de la guerra; valga decir los que ponen los muertos. los que sufren y no quieren seguir viendo ese desfile de féretros a diario. Están con la guerra los que están ya instalados, por lo común el mundo de aquellos que no fueron ni siquiera a los márgenes de la guerra cuando evadieron el “servicio” y aquellos otros que viven de la guerra, del tráfico de armas.
Qué vergüenza una sociedad cristiana amante de la guerra y una serie de colombianos de “pro” devotos de “las muertes ajenas”.
Ahora vamos para la segunda vuelta y es de esperar que pongan las cartas sobre la mesa y nos cuenten no solo qué van a hacer sino el cómo y digan lo único que acerca a la democracia que es la verdad. ¿Cuántos muertos más hay en el inventario de la guerrilla, de los paramilitares, de las autodefensas, de las bacrim? ¿Y quiénes los van a poner? Ya es hora de que podamos abrirles caminos a unas Fuerzas Armadas diseñadas para la paz, para la defensa activa de la democracia.
La política se debe recuperar colocándose al lado de la paz. Prepararse para la paz. ¡Colombia solo es posible en paz!