Dos asuntos
Se adquirió, en época inmemorial, Mi Lucha (Luz Ediciones Modernas, Buenos Aires, ¿fecha?) de Adolfo Hitler y el atraso en examinarlo -se hará pronto- es explicado por lo criminal del personaje, pese a su relieve en el siglo XX; sin embargo, se le conoce a través de otras obras sobre la segunda Guerra Mundial que constituyó el primer gran tema de lectura de quien escribe. Algunos lectores tal vez recuerden el artículo “Reedición de la Biblia nazi levanta ampolla en Alemania” (El Tiempo, febrero 9, 2014) relativo a los percances alrededor de dicho proyecto del que se ha ocupado el Instituto de Historia Contemporánea de Munich, desde abril de 2012, con el historiador Christian Hartmann a cargo; el 31 de diciembre del año en curso cesan los derechos de autor del Estado Federado de Baviera -suspendió el apoyo financiero en diciembre de 2012- y se coincide en que dar a luz ese texto justifica un trabajo crítico cuidadoso donde Hitler y su trayectoria queden exhaustivamente valorados, incluyendo lo ético.
Mi Luchaaparece en 1924, es decir, Hitler no ha llegado al poder, se encuentra en la cárcel y destina el tiempo a reflexionar. Un punto de partida podría ser relacionar distintas épocas con el surgimiento de sus diversas creencias: juventud, residencia en Viena, Gran Guerra y posguerra.
A la primera fase corresponderían su sentido de ser ciudadano “alemán”, o sea, oriundo del conjunto Alemania-Austria cabalmente unido, lo cual logra en 1938, y rechazar la posibilidad de convertirse en funcionario público como lo fue su padre en el servicio aduanero. En la segunda etapa surge el antisemitismo acentuado gradualmente y podría el historiador Hartmann incluir lo relativo al arte y la arquitectura en el dictador con la correspondiente evaluación.
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Paréntesis
Se expresa condolencia al senador Antonio Navarro, a quien se conoció vía epistolar, durante la Asamblea Constitucional de 1991, por el fallecimiento de su hijo. El Gobierno Nacional planteó la colaboración ciudadana para la elaboración de la nueva Carta Política, sugerí a la Junta Directiva de la extinta Asociación Colombiana de Agentes de Aduana se atendiera el pedido gubernamental y se me encargó la correspondencia con el doctor Navarro quien la agradeció y me invitó a formar parte de su movimiento; no pude atender lo último por mi inclinación al partido liberal.