¿Mi padre, en los últimos días de su vida, solía preguntarme, reiterada e insistentemente, acerca de algunos recuerdos olvidados, actitud que me despertó curiosidad y por la cual, alguna vez, le pregunté si acaso era que estaba perdiendo la memoria?
Con la ironía que lo caracterizó, me dijo: “-Afortunadamente, de lo contrario el arrepentimiento y la tragedia de las frustraciones hubieran anulado el sentido amable de la vida y el humor cierto de Jardiel Poncela- “
El recuerdo viene a mi memoria a raíz del XX Congreso Argentino de Alzheimer, celebrado la semana pasada en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, certamen que actualiza la información que la ciencia adquiere cada vez más acerca de la demencia senil que Kraepelin advirtió en los comienzos de su especial dedicación a la psiquiatría, a finales del Siglo XIX.
Aparte de que el evento divulga el avance científico en este campo de la salud mental por parte de la academia, hay que resaltar las políticas oficiales de salud mental orientadas a prestar atención a los pacientes que padecen ese mal, (Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados), generalmente personas mayores de 65 años, que se les olvida qué sufren; son sus parientes quienes padecen las secuelas de la dolencia.
Asumir actitudes preventivas, aun sin que haya síntomas que denuncien el peligro, parece ser una política efectiva para reducir la epidemia, pues a la fecha hay 48 millones de enfermos en el planeta y para el año cincuenta se calcula un incremento del 300%. Por eso, los conferencistas del Congreso recomiendan la práctica habitual de ejercicio físico, el manejo de dietas no toxicas, el control de la diabetes y la obesidad y, principalmente, realizar actividades intelectuales y reducir las manifestaciones de ansiedad y depresión.
Detectar, oportunamente, el inicio de esta enfermedad es una suerte para todos. Muchas situaciones conflictivas y graves suelen darse sin que haya explicaciones razonables cuando de la causa ninguna noticia se tiene. Una de esas circunstancias corrientes son los accidentes de tránsito o dejar prendida la estufa de gas o abierta la puerta de ingreso al apartamento. Olvidos ligeros que pueden originar hechos lamentables.
Una medida preventiva que en nada afecta el ánimo y suele ser ejercicio práctico para estimular el cerebro consiste en evitar las conductas rutinarias o autómatas, de manera que todos los actos sean asumidos razonadamente.
Volviendo al tema inicial, antes de que se me olvide, alguna razón mi padre tenía cuando celebraba con hilaridad la perdida de la memoria. Ciertamente, el Alzheimer, en ocasiones, es un auxilio sentimental e histórico. Olvidar páginas de la vida es necesario para no acumular sentimientos odiosos como los que cobijan a la Nación y excitan, todos los días, el ánimo de la venganza, un estímulo vivencial tan fuerte como el libidinoso. Olvidar es más que perdonar, es comenzar de nuevo.