La única vida sexual que resulta tolerable es la que lleva la plenitud de los sentimientos colectivistas (…) La elección sexual debe responder a criterios de clase, debe ajustarse a los objetivos revolucionarios y proletarios (…) La clase tiene derecho a intervenir en la vida sexual de sus miembros (La revolución y la juventud, Folleto editado por el Instituto Comunista Yákov Svérdlov, 1924).
EL libro negro de la nueva izquierda. Ideología de género o subversión cultural, de Nicolás Márquez y Agustín Laje, impugna el dogmatismo del progresismo ideológico y algunas de sus corrientes culturales más significativas. Aquí critico, con base en el texto aludido y en otros, tres formas de la barbarie que partiré, a su vez, en tres glosas: el feminismo marxista o de la segunda ola, el feminismo neomarxista o de la tercera ola, y la Teoría queer.
El feminismo de la segunda ola es una ideología que se informa de elementos marxistas y trotskistas, sustancialmente. Aunque su marco conceptual es imposible de compendiar en este artículo, explico algunos elementos de sus fuentes principales: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, de F. Engels, y Escritos sobre la cuestión femenina, de León Trotsky.
Engels propone una visión antropológica sesgada, que inventa una relación entre la lucha de clases y la lucha de sexos, y que, además, apalea la familia como institución social, para resquebrajarla, desnaturalizarla y extinguirla. Escribe Engels: “El primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases, con la del sexo masculino por el femenino” (Ob. Cit., p.58). De nuevo, cito a Engels: “La liberación de la mujer exige, como condición primera, la reincorporación de todo el sexo femenino a la industria social, lo que a su vez requiere que se suprima la familia individual como unidad económica de la sociedad” (Ob. Cit., p. 66).
Trotsky, por su parte, anota lo siguiente: “… cambiar de raíz la situación de la mujer no será posible hasta que no cambien todas las condiciones de la vida social y doméstica” (Ob. Cit., p. 60). “Cambiar de raíz”, declaran Márquez y Laje, es un eufemismo que utiliza Trotsky para revivir la antropología atea de Feuerbach; ateísmo antropológico que inspiró a Marx y que este comentó en sus Tesis sobre Feuerbach. Acorde con lo anterior, se deduce que ateísmo antropológico y lucha de clases son marcos teóricos del feminismo de la segunda ola; ideología que fue relaborándose, radicalizándose e imponiéndose por medio de la institucionalización estatal soviética, al punto de “ideologizar la sexualidad y colectivizarla” (Márquez y Laje, Ob. Cit., p.65).
Por último y para consulta del lector, referencio otros textos que integran el suelo conceptual del feminismo de la segunda ola: Mis recuerdos de Lenin, de la marxista alemana Clara Zetkin; La educación y la instrucción, del político comunista Anatoli Vasílevich Lunacharski; El comunismo y la familia, de la comunista revolucionaria Aleksandra Mijaylovna Kollontay.
*Jurista y filósofo