PUERTO LIBERTAD
Ovación
“Paz es posible, preparémonos para ella”
Es muy emocionante cuando las mil personas que llenan un teatro se ponen de pie para ovacionar a un artista. Sin que uno sea la mamá del pianista o la novia del director, la sensación es la de algo intenso que vibra en el corazón y cubre la piel con un toque paralelo de sol y nieve. Uno quisiera que esos segundos de éxtasis duraran eternamente y que los párpados no se movieran. Uno quisiera que… en fin…
Más impactante aun cuando eso mismo sucede no frente a un virtuoso de las artes, sino frente a un equipo virtuoso de la paz, que tiene en sus manos algo que puede darle paso a la reconstrucción de un país crónicamente herido por la guerra.
Eso vivimos el sábado en el Teatro Adolfo Mejía, en el Hay Festival de Cartagena.
No acababan de entrar al escenario Humberto de la Calle, Sergio Jaramillo, David Bojanini y el moderador del conversatorio, cuando el 99% del teatro se levantó a aplaudir con una emoción palpable en cada milímetro de aire. Fue un aplauso prolongado y genuino. Una ovación de pie, a tres valientes que le han endosado tiempo, energía, corazón y neuronas a sacar adelante el proceso más atrevido y redentor que haya vivido Colombia en las últimas décadas (tal vez, en los últimos siglos).
Y en un palco lateral del primer piso, discreto, con la seria sonrisa del hombre que sabe el valor de lo que está haciendo, Enrique Santos Calderón, faro intelectual de quienes amamos escribir lo que pensamos, y brújula, gestor y creo que director tras bambalinas, de un proceso que -luego de un conflicto que deja 7 millones de víctimas, un campo sacrificado y un país herido- podría por fin terminar la guerra. Un proceso paradójicamente respaldado por las víctimas, y criticado por muchos de quienes no han sentido de cerca la crueldad de la violencia. El proceso del ahora o tal vez nunca que tenemos la obligación moral de refrendar en las urnas, porque comparto las palabras de Humberto de la Calle: “Por no tragarnos los sapos, seguir como estamos sería una inmensa falta de solidaridad”.
Para ejercer y cumplir, algunos conceptos que se plantearon esa mañana memorable:
-Hay dos cosas indispensables: desarrollar una cultura de inclusión social sostenible, y erradicar lo más excluyente que tiene Colombia: la corrupción, madre del crimen organizado y de la desmoralización de la sociedad.
-No pagar impuestos es una forma de corrupción; si no hubiera elusión ni evasión de impuestos, no sería necesaria una reforma tributaria.
-Es urgente llevar la institucionalidad a los territorios. Un sector rural provisto de protección social, salud, educación y convivencia, es un sector apto para que crezca la prosperidad.
-La democracia no implica unanimidad, pero sí inclusión. Valora las diferencias, no el autoritarismo. Hace más daño la indiferencia que la crítica.
No permitamos que se apaguen las palabras de Humberto de la Calle: “La paz es posible, preparémonos para la paz”.
Dramáticamente sencillo: apagar este concepto y no abrirle el camino a lo que implica sería como apagarnos el futuro.
Gracias, señores negociadores. Tengo en ustedes una confianza de pensamiento, obra y misión.