Gloria Arias | El Nuevo Siglo
Viernes, 18 de Diciembre de 2015

PUERTO LIBERTAD

Pensemos

“Tenemos que ser gestores de paz”

 

En  un mundo ideal nadie debería estar preso, ni enfermo, ni triste o ausente la noche del 24 de diciembre. Los abrazos y el cariño del hogar deberían ser suficientes para sanar -en todos los sentidos-  los cuerpos y  espíritus más quebrantados. La Nochebuena debería traer implícita una tregua colectiva.

 

En este sentido, celebro que la Corte Suprema haya absuelto al coronel (r) Plazas Vega, y que pueda pasar Navidad con su familia. Y sobre todo me parece lógico que si pretendemos alcanzar en nuestro menú el “modo perdón”, seamos coherentes: No tendría sentido aplicar una justicia matemática y rigurosa a los militares, y una de hadas y caucho a quienes combatieron al margen de la ley.

Pero pensemos.

 

Cinco magistrados de la Sala Penal (versus 3) encontraron que los testimonios en contra de Plazas Vega no tenían el debido fundamento, y que no había pruebas concluyentes de su culpabilidad. Por ello lo absolvieron, y ordenaron su libertad inmediata. Ok.

 

Entiendo que así funciona desde la óptica jurídica, pero desde el punto de vista moral, que no haya suficiente evidencia de culpa, no equivale a ser inocente. Puedo estar completamente equivocada, pero éticamente, no creo que la ausencia de pruebas sea lo mismo que la ausencia de culpa.

 

También llama la atención que los magistrados  se refieren todo el tiempo a las desapariciones de Irma Franco y Carlos Augusto Rodríguez; no a la llamada “retoma” o “recuperación” del Palacio de Justicia, y ni se menciona la irrupción de los tanques, operación dirigida por Plazas Vega.

 

En fin. No soy quién para controvertir las decisiones de la Corte Suprema, ni se trata de encarcelar a quienes fueron las caras más visibles de parte de las atrocidades cometidas hace 30 años.

Pero seamos sinceros, el balance frente a los desaparecidos es penoso: Arias Cabrales apeló ante la Corte la condena de 35 años impuesta por el Tribunal de Bogotá, y puede suceder lo mismo que pasó con Plazas Vega. El general Iván Ramírez, ex comandante del Comando Operativo de Inteligencia y Contrainteligencia, fue absuelto en primera instancia. Quien se desempañaba como  segundo al mando de la Brigada 13, Coronel Luis Carlos Sadovnik, murió de un infarto luego de la tercera declaración. El proceso al coronel Edilberto Sánchez Rubiano, entonces jefe del Batallón de Inteligencia, parece la versión judicial de la historia sin fin. Y así, nombre por nombre, 30 años… 

 

Bueno, de todo hay: Belisario Betancur y Medicina Legal pidieron perdón. También el presidente Santos, en nombre del gobierno.

Noemí –cuento aparte- insiste en que no tiene de qué arrepentirse (pobrecita, es posible que de verdad así lo crea). Aparecen pedazos de muertos guardados en cajas; otros, en fosas con nombres cambiados. Los columnistas no podemos prometer la aplicación de la justicia. Pero sí debemos prometer que no habrá olvido. Prometo.

 

Y gracias por su compañía; feliz Navidad, y un 2016 con la vitalidad y el corazón suficientes, para sentir, pensar y comportarnos como los gestores de paz que Colombia necesita.

 

ariasgloria@hotmail.com