La rumba corrida
“Preocupan procederes ajenos a las buenas costumbres”
Mucha atención ha despertado el tema sobre la llamada rumba extendida en la ciudad de Bogotá, basados en los experimentos pilotos llevados a cabo por la administración en lo últimos días, donde las organizaciones de dueños y administradores de bares a más de otras actividades vinculadas con el esparcimiento nocturno se han dado a la tarea de mostrar orden y control en este tipo de actividades tan sensibles a la seguridad ciudadana. Sin otra intención que colaborar quiero hacer algunas consideraciones para enriquecer los conceptos y aterrizar el proyecto. No se trata de estar en contra de las posibilidades encamisadas a tener una vida lúdica independiente de horarios, y controles policiales. Se trata de buscar alternativas que permitan disfrutar de algunos esparcimientos nocturnos con seguridad y tranquilidad en determinados sectores urbanos
La administración, a nivel de estudio, adelantó jornadas experimentales esperando demostrar que algunas manifestaciones delictivas no están conectadas con el funcionamiento de estos lugares, y el comportamiento de los clientes frente al orden y las buenas maneras es de excelente recibo. Seguramente encuadrados en circunstancia específicas y sintiéndose observados por las autoridades y la misma ciudadanía, tanto los contertulios como los expendedores mostraron un comportamiento acorde con las circunstancias, pero en ultimas es importante ver como son las cosas sin el control permanente de la policía y el ojo escrutador de la comunidad, que ve amenazada su tranquilidad en sectores donde funcionan establecimientos de esta índole.
No es desconocido para el conglomerado y autoridades que el horario extendido genera abundantes ganancia a lo dueños y administradores de bares y similares, pero tampoco podemos desconocer ciertos procedimientos que juegan en contra de la buenas costumbres y decencia, sobre todo en horas matinales al abandonar lugares diversión y fiesta, horas destinadas a desplazamientos colegiales o laborales de personas ajenas a actividades lúdicas. Repito no estoy en contra de la alternativa, pero me preocupan ciertos procederes ajenos a las buenas costumbres. Miremos algunos conceptos. No se trata de tener más o menos homicidios, ni lesiones personales, sino de la tranquilidad de toda una colectividad reclamante de su derecho al descanso. Hablamos del ruido por música en alto volumen, de contertulios saliendo del lugar en algarabía y gritería, nos referimos a concurrentes extendiendo su alegría en todos los estados, sin el minino respeto por el descanso y privacidad ciudadana.
Ojala en Bogotá se pueda focalizar los lugares de rumba y esparcimiento para extender la fiesta hasta altas horas de la madrugada, ubicando éstos lejos de residencias y puntos de convivencia. Qué bueno poder situar este tipo de actividades en centros comerciales o zonas industriales, donde sólo se desvelen los celadores y las autoridades puedan desarrollar planes que aseguraren los fiesteros y la comunidad.