General (r.) Luis Ernesto Gilibert V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 13 de Abril de 2016

PRISMA

Los falsos testigos

 

HACE un buen tiempo he querido escribir sobre este tema tan delicado y sensible para los colombianos, que de un momento a otro, se  pueden ver implicados en una investigación sin tener la mínima idea de por qué  los  vinculan. En épocas pasadas los investigadores de la policía judicial y de investigación criminal teníamos un grave problema en las diligencias, pesquisas, declaraciones y demás actividades, pues los incriminados aun confesos o acorralados por las pruebas, testimonio e indicios, nunca, bajo ningún aspecto colaboraban delatando  sus compinches y  cómplices, pues de hacerlo, eran calificados de traidores, delatores o sapos, situación que los desprestigiaba en los entornos delictivos y el bajo mundo, dejando en entredicho el valor, hombría y lealtad de los delatores, llegando estos delincuentes al extremo de pagar largas condenas encubriendo a los verdaderos responsables de situaciones delictivas; claro que este comportamiento tenia ciertas contraprestaciones de parte beneficiada, como las costas del abogado, el mantenimiento de la familia y un respaldo permanente en el lugar de reclusión.

Por fortuna el andamiaje investigativo con el nuevo sistema penal acusatorio  ha cambiado y hoy la colaboración con la justicia tiene beneficios para las personas que estando inmersas en la investigación, por participar en cualquier etapa del delito, deciden colaborar orientando al investigador mediante el aporte  de nombres, sitios, horas, fechas  y circunstancias, entregando  demás datos que facilitan  el esclarecimiento del suceso,  circunstancias y  responsables. Como se implantó en la ley estos  individuos reciben beneficios especiales, estrategia jurídica que ha dado excelentes resultados en el campo investigativo, permitiendo culminar ágilmente exitosas investigaciones.

Pero este recurso se ha tornado perverso en ciertas circunstancias, pues le dio paso a los falsos testigos, táctica puesta en uso por delincuentes de todas las pelambres, quienes  empezaron a incriminar a cuanto personaje que  por su posición  social, profesional, cultural, política, económica o moral  le permita sacar provechos del dicho, convirtiéndose en una seria complicación para la sociedad y la justicia. La expectativa de obtener gabelas los impulsa a falsear la verdad incriminado personas honestas y ajenas al tema investigado, su deformación moral no les permite valorar el daño tan grande que acarrean a personas decentes, ubicadas, posicionadas y respetadas por la sociedad, quienes deben sobrellevar el peso de falsas acusaciones o manifestaciones amañadas de la parte delictiva. Verdades a medias son suficientes para dar origen a una cadena de desprestigio, “que consternación para las familias decentes y ajenas a estos devenires delictivos”. Hemos llegado a extremos tan sensibles que directamente  no incriminan, simplemente nombran personas y  siembran dudas induciendo a errores de valoración en perjuicio de personas distantes del  tema.  Por esto recibimos con beneplácito la posición del Dr. Hernán Andrade, senador de la Republica, quien ha mostrado preocupación por aterrizar este escenario  perjudicial para el país.