PRISMA
Los falsos testigos
HACE un buen tiempo he querido escribir sobre este tema tan delicado y sensible para los colombianos, que de un momento a otro, se pueden ver implicados en una investigación sin tener la mínima idea de por qué los vinculan. En épocas pasadas los investigadores de la policía judicial y de investigación criminal teníamos un grave problema en las diligencias, pesquisas, declaraciones y demás actividades, pues los incriminados aun confesos o acorralados por las pruebas, testimonio e indicios, nunca, bajo ningún aspecto colaboraban delatando sus compinches y cómplices, pues de hacerlo, eran calificados de traidores, delatores o sapos, situación que los desprestigiaba en los entornos delictivos y el bajo mundo, dejando en entredicho el valor, hombría y lealtad de los delatores, llegando estos delincuentes al extremo de pagar largas condenas encubriendo a los verdaderos responsables de situaciones delictivas; claro que este comportamiento tenia ciertas contraprestaciones de parte beneficiada, como las costas del abogado, el mantenimiento de la familia y un respaldo permanente en el lugar de reclusión.
Por fortuna el andamiaje investigativo con el nuevo sistema penal acusatorio ha cambiado y hoy la colaboración con la justicia tiene beneficios para las personas que estando inmersas en la investigación, por participar en cualquier etapa del delito, deciden colaborar orientando al investigador mediante el aporte de nombres, sitios, horas, fechas y circunstancias, entregando demás datos que facilitan el esclarecimiento del suceso, circunstancias y responsables. Como se implantó en la ley estos individuos reciben beneficios especiales, estrategia jurídica que ha dado excelentes resultados en el campo investigativo, permitiendo culminar ágilmente exitosas investigaciones.
Pero este recurso se ha tornado perverso en ciertas circunstancias, pues le dio paso a los falsos testigos, táctica puesta en uso por delincuentes de todas las pelambres, quienes empezaron a incriminar a cuanto personaje que por su posición social, profesional, cultural, política, económica o moral le permita sacar provechos del dicho, convirtiéndose en una seria complicación para la sociedad y la justicia. La expectativa de obtener gabelas los impulsa a falsear la verdad incriminado personas honestas y ajenas al tema investigado, su deformación moral no les permite valorar el daño tan grande que acarrean a personas decentes, ubicadas, posicionadas y respetadas por la sociedad, quienes deben sobrellevar el peso de falsas acusaciones o manifestaciones amañadas de la parte delictiva. Verdades a medias son suficientes para dar origen a una cadena de desprestigio, “que consternación para las familias decentes y ajenas a estos devenires delictivos”. Hemos llegado a extremos tan sensibles que directamente no incriminan, simplemente nombran personas y siembran dudas induciendo a errores de valoración en perjuicio de personas distantes del tema. Por esto recibimos con beneplácito la posición del Dr. Hernán Andrade, senador de la Republica, quien ha mostrado preocupación por aterrizar este escenario perjudicial para el país.