General (r.) Luis Ernesto Gilibert V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 22 de Octubre de 2014

¿Las fotomultas un negocio?

Claro que es un negocio y muy bueno, pues con la estrategia ganan dinero los municipios, los contratistas encargados del montaje y operación del sistema, y otras autoridades comprometidas con el control vehicular; a más de un buen negocio tiene toda la presentación del mundo, pues el objetivo principal es lograr reducir las víctimas fatales por exceso de velocidad, de manera que como lo ven, es provechoso por el lado que se mire. Mostrándonos de acuerdo con el programa y conocedores de la imposibilidad para cubrir el país con una sola empresa operadora, por lo menos aspiramos que las diferentes tecnologías sean compatibles.

Lo malo es que fue implementando por sorpresa, cosa que causa extrañeza, cuando lo ideal sería hacer una agresiva campaña pedagógica para alertar a los automovilistas, logrando su vinculación al programa y alcanzar el fin propuesto mediante el compromiso de conductores, empresas transportadoras, motociclistas, peatones y, en fin, todos los usuarios de las vías, empleando la menor cantidad de sanciones posibles, pero el afán mercantil pudo más que una estrategia seria sustentada en educación y persuasión. Claro que este negocio no es duradero, aspecto calculado por los promotores, pues aplicándose la medida los usuarios tomarán conciencia y controlarán la velocidad, disminuyendo los ingresos para los socios del esquema, ante lo cual, se debían sorprender los motoristas y aprovechar la incertidumbre ganando amplios dividendos como hasta el momento lo han hecho.

Sería saludable revisar por parte del Ministerio del Transporte el lugar y criterio para instalar las mencionadas cámaras, teniendo en cuanta que los cambios de velocidad autorizados en la carreteras colombianas se presentan y consienten por medio de señales muchas veces sorpresivas pero adecuadas a la ingeniería y estado de la vía, situación favorable para el programa ubicando cámaras en esos lugares que sorpresivamente dificultan la disminución de aceleración.

Otro aspecto del resorte ministerial seria el estudio de las velocidades y su autorización. Es urgente ajustar los tiempos evitando  hacer inviables o intransitables las vías, por la demora en los desplazamientos entre ciudades, los estimativos son claros y tradicionales, soportados en años de experiencia y cálculos de ingeniería notificados a lo largo de las vías, anuncios observados, respetados con “cierta laxitud”, debemos reconocerlo, sin embargo, siendo esponsales, esa señalización permite un tránsito fluido, que con algo de control puede lograr los estándares de seguridad añorados ¡ojo con la trampas para generar  recursos¡ 

Pasemos la doliente página, recomendando control a operarios aquellos con la responsabilidad de enviar comparendos por correo, cobros que de no cancelarse a tiempo generan intereses, perjudicando el desinformado usuario, no pueden dejar en hombros del ciudadano la indagación sobre sus partes de tránsito, deben agotar los recursos para informar estas sanciones que ponen al usuario en inferioridad de condiciones ante la autoridad.