GENERAL (R.) LUIS ERNESTO GILIBERT V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 28 de Mayo de 2014

Asomándonos al posconflicto

 

En páginas editoriales de este diario se comentó la problemática y preocupación permanente de ciertos círculos por el futuro posconflicto, situación que deberá vivir Colombia una vez firmado el acuerdo de paz con las Farc. Este tema lo habíamos encarado en ocasiones pasadas, pero por ser un asunto actual y cargado de desasosiego para el futuro patrio, saltan a la palestra expectativas de diferente índole,  haciéndose necesario abrir una serie de debates en busca de claridad o por lo menos generar una lluvia de ideas para abundar sobre la temática, que de seguro el actual Gobierno ya tiene bien adelantadas, estudiadas y a lo mejor consolidadas, pero nunca es tarde para aportar o llamar la atención hacia aspectos de la vida nacional, que pueden convertirse en victimas de decisiones encaminadas a la gran salida negociada que tanto nos inquieta y mueve nuestro interés. Bien lo sostiene el editorialista se trata de una tarea “transversal” por tocar todos los ámbitos nacionales y regionales sustentados en una reingeniería social, direccionada a la aceptación de la situación, encarnada en reto, y desarrollo un poco incierto que asegure éxito de lo hasta el momento adelantado en la mesa de negociaciones, pues en realidad la verdadera paz se consolidará con el  afianzamiento del posconflicto.

Lograr la paz es un anhelo  latente en todos los corazones y conciencias de Colombia, de ahí la respuesta positiva de las fuerzas vivas del país respaldando el impulso en las negociaciones por la  paz, conversaciones juiciosamente manejadas y cuidadosamente adelantadas, a las  que pasados los diálogos  les seguirán las firmas, y agotado ese tránsito, vendrá el posconflicto, ante el cual sería saludable que el Gobierno, independiente de los acuerdos reservados en  la mesa, nos orientara para conocer la dimensión del compromiso social  y los aportes ciudadanos en esas empresas.  

Entendemos que el posconflicto es muy complicado; para los combatientes no es fácil retornar a la civilidad y si el país no está presto a brindar oportunidades formativas y laborales, las cosas se pueden complicar más de lo pensado, ese paso al desarme físico, espiritual, sicológico y social, debe estar totalmente calculado, programado y sustentado económicamente. Experiencias en países vecinos nos deben servir de ejemplo para nuestra tarea, seguramente ya el Gobierno ha enviado comisiones a estudiar de cerca otros procesos, adelantados por gobiernos amigos; la sensibilización debe darse en todos los sentidos y dirigirse a todas las comunidades, no solo los hombres reinsertados deben capacitarse, es urgente que el país reciba una buena dosis de apoyo pedagógico, porque la paz golpeará puertas de la comunidad buscando colaboración y compromiso con miras a construir el futuro del país. La pregunta seria, ¿estamos dispuestos los colombianos a dar lo mejor de sí apostándole a un posconflicto civilizado y programático?