De alcaldes y comandantes de policía
Con los últimos acontecimientos en el andamiaje administrativo de la ciudad capital saltaron a la palestra varios temas de fondo que aparentemente son superficiales y no ameritan discusión, mucho menos debate, pero que no es bueno pasarlos por alto si tenemos la oportunidad de aclararlos, en busca de coordinaciones exitosas a futuro de las administraciones; especialmente me quiero referir a las relaciones entre las primeras autoridades administrativas y los comandantes de la policía, no solo en el Distrito Capital, aprovecho para referirme a todos los municipios del país, por ser un tema que hace agua en muchas municipalidades.
La ley es clara cuando establece que el jefe de policía en el municipio es el alcalde, este mandato no tiene discusión, pero es saludable aclarar que ser jefe de policía no es ser comandante de la policía, son dos conceptos diferentes pues el cuerpo de policía, es decir, los hombres que pertenecen a la institución Policía Nacional, tiene su mando natural quien los disciplina, encauza y dirige, convirtiéndose ante la primera autoridad administrativa en el receptor de las órdenes y disposiciones emanadas de la administración, además, responsable de su cumplimiento con arreglo a las leyes y reglamentos. Esta dependencia es saludable y permite al burgomaestre descargar un poco las responsabilidades sobre el orden público en el comandante de la policía, por ser su colaborador más cercano y receptor confidencial de la ciudadanía sobre el acontecer en lo social, laboral, comercial, estudiantil y demás, incluyendo el delincuencial de la región, tanto así que los comandantes de policía tienen la obligación de presentar a la primera autoridad un plan de seguridad para ser enriquecido en consejos de gobierno, donde debe ser expuesto para conocimiento de todo el gabinete municipal, a fin de comprometer las secretarías en el desarrollo del mismo, pues sabemos que la seguridad es transversal y toca todos los aspectos de diario trajinar administrativo y ciudadano.
El alcalde erigido en orientador y eje del gobierno, así como nombra sus colaboradores y abre espacios programáticos hacia el desarrollo de políticas y proyectos de la administración, debe aproximar al comandante de policía invitándolo a ser parte integral del gabinete, acogiéndolo en el equipo, brindando asiento en todos los consejos de gobierno. Este engranaje no es fácil pues juegan una serie de intangible propios del ser, pero debemos deponer las diferencias o prevenciones, para lograr un clima de acercamiento, entendimiento y trabajo mancomunado en favor del la ciudadanía y las mismas administraciones; nada se saca con pasar cuentas de cobro o presentar inconformidades al terminar una gestión, dejando sinsabores y heridas que se podían restañar con trabajo y compromiso de las partes, un buen administrador coordina su equipo, imparte instrucciones, controla el cumplimiento, y reconoce los éxitos de cada participante.