Biografía autorizada
“Uribe denunció a todo el mundo y sin pruebas como es su costumbre”
URIBE “soltó la bomba” y escurrió su responsabilidad. Así respaldó la agria crítica de siempre al Legislativo y sus integrantes. Echó por la borda las promesas que hizo a los dos millones de electores que lo llevaron a la cámara alta, junto con su bancada de 19 partidarios.
Asistió al llamado a lista, a escuchar excusas de parlamentarios para no estar presentes, a las ponencias dilatorias, pero cuando se vino la parte sesuda del debate, sacó la “maleta” y se dirigió –según él- a la Corte, para “presentar pruebas” sobre un debate que aún no se había iniciado”.
El ex presidente, sin embargo, no perdió la oportunidad de una “moción de orden”, para arremeter contra supuestas “alianzas” entre el gobierno, las Farc, los paras, y la prensa, aludiendo al Canal Capital y Telesur. El uno, órgano oficial de la Alcaldía de Bogotá y el otro, del gobierno venezolano.
Y tranquilamente salió, con su enjambre de guardaespaldas, Zuluaga y otros parlamentarios de su movimiento.
Cepeda no enmudeció y venciendo cuanto torpedo trataron de aplicar los centro-demócratas, inició el debate que involucra al senador Uribe y su familia con actividades non sanctas, con paras y demás grupos y organizaciones delictivas.
Cepeda acusó a Uribe de haber utilizado la Aeronáutica Civil, de la cual fue director, para otorgar licencias a aeronaves dedicadas al narcotráfico. Y de muchas podredumbres más, en ausencia de Uribe… Pero Uribe regresó cuando amainó la lluvia y sus áulicos se lo aconsejaron.
Y se vino con todas. Lanzó piedras aquí y allá, inclusive a Chamorro, quien lo trató con manos de seda durante el debate. Volvió a denunciar a “raimundo y todo el mundo”, sin pruebas, como es su costumbre. Recordó la famosa calumnia de los 12 millones de dólares que según él, entraron a la campaña de Santos, con los falsos argumentos que exhibió durante la campaña.
Durante hora y media, recreó el Senado con su “biografía autorizada”, con sus virtudes, su hombría, su idoneidad. Le cobró a todos sus adversarios los favores: “yo lo nombre, porque me rogó”, como lo hizo hace años con Pacho. Para él no existe confidencialidad. El sainete terminó sin haber explicado sus felonías. Uribe fue, volvió y no explicó.