Debate: nada de nada
¿A dónde iremos? ¿A dónde nos conducen? Son las incógnitas que gravitan sobre un país desorientado, ante el discurrir de unos hechos que despistan al más profundo pensador.
La carencia de argumentos para explicar racionalmente el espionaje de las campañas políticas pasadas, a través de pérfidas organizaciones contratadas -léase hackers-, el uso siniestro de las redes sociales, las calumnias y demás perversos montajes utilizados, nos han llevado a una nueva y diabólica manera de hacer política en Colombia. Pasadas las elecciones, claramente ganadas por Santos, la oposición de los 20, quiere montar un debate sobre los resultados, debate este orientado a esconder sórdidas y tétricas actuaciones en que incurrieron durante la campaña. Para qué hablar de Sepúlveda y su ventilador, que con todo el barro del mundo enloda al senador Uribe, al candidato Zuluaga, al asesor espiritual Hoyos, a la vocera Cabal y a tantos más. El uribismo no tuvo otro camino que desacreditar a su hacker. Ya nada de lo que dice es cierto. Es un charlatán, un iluso, un orate, un fanfarrón. Pero es claro que el hacker existió, y al hacker se le pagó para que cumpliera la labor, que ahora se descalifica. Mejor dejarlo como un orate, para beneficio del país y la tranquilidad de una nación que ahora está tras una paz que la conduzca por los caminos de la prosperidad y la convivencia, así la señora Cabal le haya dicho a Ángela María Giraldo, la representante de las víctimas del conflicto que no le importa que “tengamos que guerrear 200 años”. Para ella, pueden ser insignificantes, porque si la cosa “se agría” tiene cómo partir hacia un cómodo paraíso.
La ausencia de oradores y lo estrecho del tiempo para quienes intervinieron hizo pesada una sesión, durante la cual los uribistas quisieron revivir las épocas de Anapo y de Moreno de Caro. Pancartas y caras duras, remplazaron las ratas y culebras de entonces, pero con vocabulario, más o menos idéntico. El “gran debate” quedó en, un simple “palomazo” para la novel senadora Valencia, muy poca concentración de Uribe y sus muchachos, y nada concreto. Como ocurrió con los dos millones de dólares, no hubo pruebas. Todo trivial, anodino. Nada de nada.
Blanco. La defensa del general Naranjo a los militares en La Habana. “Nadie mejor para esos menesteres”.
Negro. La petición de extradición de Uribito. ¡La justicia es aquí!