GABRIEL ORTIZ | El Nuevo Siglo
Viernes, 2 de Mayo de 2014

Atizando el odio

 

¿Por qué se odian? Pregunta Vicky Dávila en su libro: Enemigos. Se trata de una serie de testimonios de los principales personajes de una pelea que nadie ha podido entender, porque tradicionalmente cuando un Presidente salía del palacio, se resignaba a un discreto silencio, respetaba a su sucesor y lo dejaba gobernar. Esa hidalguía desapareció el 7 de agosto de 2010, cuando Uribe tuvo que abandonar el “solio de Bolívar” para dedicarse a otras “ubérrimas”, actividades. Santos, como todo nuevo gobernante, llegó con sus ideas y su cuadrilla a imponer un nuevo orden y un esquema que acabara con las desigualdades, la pobreza, las camarillas, el aprovechamiento del mandato y tantas deformidades que veníamos soportando.

Esas realidades nos llevan a analizar las razones por las cuales el odio se ha aposentado en esta nación, que soporta desde hace medio siglo una violencia inaguantable. No podíamos esperar cosa diferente viviendo en una nación vengativa por naturaleza, en la cual se ha atizado a más no poder, especialmente durante estos últimos años, el rencor, la inquina, el desprecio y la fobia. El Frente Nacional nos dio un respiro que creíamos nos limpiaría el ánimo y el alma. No fue así, la camorra estaba dormida y solo faltaba algo, o alguien con fibra caudillista, que la despertara.

Las declaraciones impertinentes, vengativas y camorreras y el uso desmedido del twitter, han sido las campanas permanentes que malogran el sueño de los colombianos de bien, de quienes habían echado tierra al rencor. Por ello, va a ser imposible afianzar un proceso de paz, como el que se negocia en La Habana. Permanentemente se azuza y se aviva el odio entre nosotros y se torpedea así la negociación. La fórmula que valientemente propone el fiscal Montealegre, para que los desmovilizados paguen la cárcel con trabajo social, recibe todo el bombardeo. Esta propuesta que también aplica suavidad a las penas de los militares, podría llevarnos a una feliz terminación del conflicto. Pero será difícil, porque cuando se perdona a unos a otros se les condena y los caudillos incitan a ello.

El perdón no existe en Colombia, y el odio del que se ocupa Vicky, nos asfixia. ¿Dios nuestro, a dónde nos conducirán estos caudillos?

Blanco. La solicitud de los líderes religiosos estadounidenses al presidente Obama, para que se apoye con asistencia humanitaria nuestro proceso de paz.

Negro. La intromisión de la guerrilla en el paro agrario.

gabrielortiz10@hotmail.com