EL segundo semestre del siglo diez y nueve le trajo a Colombia hechos tan importantes, como por ejemplo la famosa constitución de 1886 que rigió nuestra vida institucional y política hasta cuando nos dio por modificarla en 1991; han pasado algo más de treinta años de vigencia de la nueva constitución desde cuando resolvimos cambiar la que nos había durado más de cien años.
No faltan voces muy calificadas que lamentan las modificaciones de la del 91 y añoran la sabiduría de las del 86. Lo cierto es que la del 86 fue en cierta manera la conclusión de toda la etapa de la independencia comenzada el 20 de julio de ese año y le dio una gran consistencia a la organización de un país que se estaba formando en medio de muchas dificultades y aspiraciones personales y regionales. No podemos dejar de reconocer la gran visión de quienes dispusieron dotar a este país de un sistema legal básico que nos dirigió por tantos inolvidables años. Como tampoco los que planearon la historia que ahora se cuenta.
Como una de las obras importantes de la segunda mitad del siglo diez y nueve, no solamente por el pensamiento sino por tratarse de los pocos, si no el único ferrocarril que fue puesto en marcha por la iniciativa privada fue el hoy llamado Ferrocarril de Cúcuta. Fue así como en noviembre de 1877 se firmó el contrato para el ferrocarril entre Cúcuta y Puerto Villamizar. Como una demostración de la seriedad de la firma contratista del Ferrocarril .ésta se comprometió a entregar el primer kilómetro de vía férrea en 1818 antes de firmar el contrato. Como una demostración a nuestra manera de hacer las cosas con la entrega del primer kilómetro en las condiciones indicadas, se dio como formalmente iniciada la construcción de esta vía el 28 de noviembre. En 1880 se fundó el Club del Comercio de Cúcuta con el propósito de ayudar en los esfuerzos a favor de la terminación del ferrocarril a Puerto Villamizar, el cual de hecho usaba de los servicios de Maracaibo. Según las informaciones disponibles tres fueron las líneas férreas que interesaron a los cucuteños; la del Norte entre Cúcuta y Puerto Villamizar, la de La Frontera hasta Villa del Rosario y la del Sur hasta Bochalema. Dispuso de 24 locomotoras.
Después de innumerables problemas de toda índole, en mayo de 1959 dejó de funcionar el Ferrocarril de Cúcuta que tantos esfuerzos le habían costado al norte santandereano y del servicio eficiente que había prestado. Hoy la Corporación de Amigos del patrimonio norte santandereano se está ocupando de este bien. La parábola de los ferrocarriles se repite. Esta fue otra de las iniciativas nacionales, con aliento de los norte santandereanos que brilló en el segundo semestre del siglo diez y nueve y que lamentablemente cincuenta años después falló.