Hace unos años, peregrinando por las calles blancas e iluminadas de Fátima, resonaban en mi mente las palabras del pequeño pastorcito Francisco Marto, un niño de apenas 8 años, que hizo de cada sacrificio, ayuno, renuncia, persecución, una ofrenda para "consolar a Jesús".
Al ser interrogado por su prima Lucía, durante su penosa enfermedad, "¿Francisco sufres mucho?”, respondió: “Bastante pero no importa. Sufro para consolar a Nuestro Señor". Desde entonces lo adoptamos espiritualmente en la Fundación Víctimas Visibles con el deseo de aprender de él, de un niño, a "consolar a Jesús en los que sufren", consolar a Jesús en las víctimas colombianas.
Ahora que, con el anuncio de la visita del Papa a Colombia, paradójicamente, se despertó una ola anticristiana que promueve el laicismo e incentiva, en nombre de la tolerancia, una descalificación in crescendo contra quienes profesamos la fe, vale la pena meditar en las virtudes heroicas de estos niños, dos de los cuales, Francisco y Jacinta, serán declarados Santos, mañana en Fátima.
Fueron niños perseguidos, señalados de mentirosos, encarcelados, acosados, objeto de burlas, amenazados de muerte y hasta sufrieron rechazo de sus propios padres, como le sucedió a Lucía con su mamá, por negarse a decir que las apariciones de la Virgen eran falsas.
Como lo recordó recientemente el cardenal portugués José Saraiva Martin, en el momento de las apariciones el gobierno de Portugal era fuertemente anticatólico y el alcalde de la localidad donde ocurrieron las apariciones era el presidente de la logia masónica de Leiría. "Secuestró a los tres niños para obligarlos a negar que María había aparecido, separó a Francisco y a Jacinta de Lucía, diciéndoles a los hermanos que su prima se ‘freía en aceite caliente’. Los niños permanecieron firmes: ‘Puedes hacer lo que quieras, pero no podemos mentir, la hemos visto’ ¿Cuántos adultos hubieran dicho lo mismo?”, pregunta el Cardenal.
Así reflexionaba el papa Benedicto XVI sobre las revelaciones privadas de Fátima: "La persona es transportada más allá de la pura exterioridad y otras dimensiones más profundas de la realidad la tocan, se le hacen visibles. Tal vez por eso se puede comprender por qué los niños son los destinatarios preferidos de tales apariciones: el alma está aún poco alterada y su capacidad interior de percepción está aún poco deteriorada".
En los 100 años de las apariciones, el papa Francisco llegó hoy a Fátima. En un video previo y en acto de profunda humildad agradeció las oraciones y sacrificios que ofrecen por él: “las necesito, pues soy un pecador entre los pecadores, “un hombre de labios impuros, que habita en medio de un pueblo de labios impuros” (Is 6,5). La oración ilumina mis ojos para saber mirar a otros como Dios los ve, para amar a otros como Él los ama. En su nombre, vengo con la alegría de compartir con vosotros el Evangelio de la esperanza y de la paz. ¡El Señor los bendiga y la Virgen Madre les proteja!”
Sigamos el consejo de Jacinta y pidamos su intercesión ante María por la paz de Colombia: "Pidan la paz al Inmaculado Corazón de María, que Dios se la entregó a ella".