ERNESTO RODRÍGUEZ MEDINA | El Nuevo Siglo
Sábado, 23 de Agosto de 2014

La nueva era digital

 

Hoy estamos viviendo la historia de dos civilizaciones. Una física, con varios miles de años de existencia y una virtual, de pocas décadas de gestación. Estas dos civilizaciones podrán llegar a coexistir si se regulan los aspectos negativos de cada una.

El mundo virtual -digital-  le permite al mundo físico escapar de la represión y abusos de los controles estatales, ofrecer a millones de ciudadanos nuevas y grandes oportunidades para acceder al conocimiento, mejorar su organización  social y, lo más importante, hacer realidad sus potencialidades.

Estos nuevos escenarios son agudamente tratados por dos gurús de Google, Eric Schmidt y Jaren Cohen, en su último libro La Nueva Era Digital, una renovada visión del futuro de los pueblos, las naciones y los negocios. Ellos opinan que se hace necesario un nuevo contrato social que busque el equilibrio entre estos dos mundos, para sacar provecho de ambos. Se preguntan si con sólo 2 mil de los 7 mil millones de habitantes del planeta Tierra interconectados se han logrado éxitos impensables ¿cuántas nuevas ideas, cuántas nuevas perspectivas y cuantas nuevas creaciones se producirán cuando se logre una plena e integral conectividad global?

Para Schmidt y Cohen, ese porvenir les permitirá a  las nuevas tecnologías -también conocidas como tecnologías de la información y las comunicaciones, TIC- estar en todas partes, al igual que hoy lo está la electricidad y serán tan vitales y necesarias como esta última. Serán el nuevo paradigma del desarrollo económico, político, social y cultural. Una nueva dimensión de la geopolítica global. Para los analistas norteamericanos los internautas, entrelazados entre  todos los sectores y en todos los niveles, van a gozar los mayores beneficios de esa conectividad, pero también sufrirán percances de la era digital: brotarán revoluciones y millones desafiarán en línea a Estados policíacos y miles serán acosados por odios apoderados de las redes sociales. Y expuestos a oleadas de desinformación y manipulación.

Advierten que las nuevas tecnologías no son, per se, una panacea para  los diversos males que aquejan al mundo contemporáneo  pero, se congratulan, que su uso inteligente hará la diferencia. Los humanos y los ordenadores comenzarán a dividirse y a asignarse las tareas, de acuerdo con lo que cada uno de ellos sabe hacer y lo hace mejor. La inteligencia humana para el juicio, la intención, los matices y las interacciones únicas y productivas. Van a autorizar el poder de la computación para la memoria infinita, procesamiento a la velocidad de la luz. Los drones y los robots remplazarán a los humanos en la guerra y en el combate contra el terrorismo. Sin embargo, existe latente el peligro de que una sobrecarga de información termine por amenazar la seguridad y, lo que es peor, la intimidad y la privacidad individuales.

Nuestros analistas no son optimistas sobre si el mundo virtual termine por mutar el orden mundial, pero anticipan que incidirá y complicará comportamientos y como consecuencia de ello la geopolítica obligará a los Estados a diseñar dos tipos de política exterior y dos tipos de política interna pública: una para cada mundo, el virtual y el físico.

Finalmente el libro estima que con la conectividad y con los  teléfonos móviles a través de planeta, todos los ciudadanos gozarán de un mayor poder como en ninguna otra oportunidad de la historia. Pero deberán  saber usar ese poder para defenderse de los Estados invasivos y las organizaciones abusivas

 

Adenda

Leído lo anterior  hoy más que nunca es necesario digitalizar en sus objetivos nuestro Plan Cuatrienal de Desarrollo.

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