ERNESTO RODRÍGUEZ MEDINA | El Nuevo Siglo
Sábado, 24 de Mayo de 2014

Los límites éticos

 

Tener  claro cuáles son los límites éticos de la acción política, fijarlos y defenderlos a ultranza,  debe ser la principal misión ideológica del conservatismo, según don Miguel Antonio Caro. Nuestro más grande y eximio pensador nos advertía que “la libertad  política no es  un principio sino un fin y señalaba esa libertad como fin del Derecho y del Estado”, sentenciando que “la libertad absoluta suprime el poder y el poder absoluto suprime la libertad”.

Indicaba que los hombres deben vivir en sociedad acatando la ley, que es la garantía de la coexistencia de las libertades. Pero sobre todo en el cumplimiento del deber como prestación del ejercicio del derecho. Lo contrario lleva al libertinaje y su desconocimiento a la máxima maquiavélica de que lo importante es el fin y no los medios. Es el protagonismo de una  clase política sin clase que le ha dado vacaciones a la ética. Por ello los conservadores deberíamos velar por volver a colocar los mojones de la responsabilidad a ese auge libertario, haciendo retornar la dignidad y la decencia al quehacer político en la actual campaña electoral, ya que las dos principales campañas parecen haber extraviado su brújula moral.

La mejor manera de hacerlo es votando por nuestra candidata Marta Lucía Ramírez para lograr esta reivindicación. Es una líder a carta cabal que ha luchado y logrado hacer respetar la decisión de la Convención y que, como lo demostró en el último debate tiene la preparación y la visión que el cargo al que aspira demanda para su ejercicio. Tiene ese talante, que como diría Álvaro Gómez, es el determinante de un verdadero conservador. 

El país necesita actualmente una voluntad férrea que lo saque de este marasmo de egoísmos y este matoneo cotidiano presente en casi todas las actividades de la vida nacional. Cuánta falta nos esta haciendo lo que en su momento clamaba Mirabeau “No nos hace falta una Declaración de nuestros derechos sino una Declaración de nuestros deberes”.

Todos los conservadores colombianos, que con nuestros tres millones de votos potenciales, somos capaces de  llevarla a la segunda vuelta, para allí catapultarla a la Presidencia, estamos seguros de que en la actual baraja de aspirantes no hay nadie mejor preparado para velar por nuestros intereses y por los del país. Una mujer que se ha destacado con luz propia tanto en el sector público como en el privado y ha ejercido todos sus encargos con eficiencia. Conoce como pocos los secretos de la seguridad nacional y del comercio global, dos de los pilares esenciales para dirigir los destinos nacionales.

Ella ha dicho que “en materia de valores creo profundamente en las instituciones. Creo que la sociedad las necesita sólidas y fuertes”. Sus propuestas sobre  empleo productivo, desarrollo rural con énfasis en la exportación de alimentos, calidad de la educación, descentralización y modernización de la justicia, integración incluyente de la salud, y sus claras ideas para combatir y neutralizar la corrupción, nos proyectan la agenda que el país está reclamando.

Ese veterano de todas las batallas del partido que es el senador Roberto Gerlein está convencido de que en estas elecciones el partido conservador decidirá el nuevo inquilino de la Casa de Nariño. Es el momento para que él nos de uno más de los ejemplos gallardos a que nos ha acostumbrado en su vida pública y respaldo a nuestra candidata e invite a sus colegas disidentes a seguir su ejemplo. Si todos los azules vamos a las urnas con la boleta de Marta Lucía haremos historia y salvaremos al partido de una muerte anunciada.

ernestorodriguezmedina@gmail.com