ERNESTO RODRÍGUEZ MEDINA | El Nuevo Siglo
Sábado, 17 de Diciembre de 2011

Un país pesimista

Una encuesta Gallup dada a conocer en los últimos días pone de relieve que el ánimo de los colombianos está por los suelos. Cuarenta por ciento cree que en el país las cosas están peor y otro tanto apenas cree que pueden estar mejorando. Y todo parece ser por culpa del invierno: hay en el país más de 460 municipios afectados, pero los reportes de problemas cubren la totalidad de todas las regiones. Más de 800 mil damnificados, 150 muertos y 30 desaparecidos y como símbolo del problema el ministro del Transporte, Germán Cardona, es el funcionario con menor índice de favorabilidad: apenas un magro 12%. Su jefe, el presidente Juan Manuel Santos, sufre las consecuencias con una baja de imagen en dos puntos, quedando en 67 puntos positivos. Pero todo parece indicar que es más por su talante que por su gestión.

Y es que el karma santista de la ola invernal ha puesto de presente que la infraestructura colombiana no solo es escasa sino mal diseñada y peor construida. En todas partes colapsan las carreteras por mal trazado y peor ejecución. Según el mismo Ministerio de Transporte más de 120 puentes están en alerta roja y otras tantas construcciones de contención han colapsado. Esto en el plano de las obras nacionales, sin contar con las departamentales y municipales. Y como si fuera poco, a los desastres enumerados hay que agregar la alerta roja para muchos oleoductos y gasoductos, amén de los colapsos producidos en el tráfico de las grandes ciudades, como en Bogotá, Barranquilla y Cali.

Lo que ha sucedido en las últimas horas en el norte de la capital colombiana, en donde la atolondrada construcción de un gigantesco edificio que no tuvo en cuenta estudios de suelos ni las construcciones vecinas produjo un gigantesco cráter, podría servirnos de ejemplo emblemático. Lo grave es que el desastre había sido anunciado desde hace dos meses por las grietas y zanjas que se iban abriendo en las cercanías. Y si los constructores no hicieron nada, las autoridades menos. Es decir, fue una concatenación de circunstancias agravadas por la mala construcción y la pésima administración.

Infortunadamente somos un país mal hecho. Y lo somos por culpa de la improvisación, la falta de planeación y la rampante corrupción. Porque, además de robarse los recursos públicos, una clase política sin clase eleva a posiciones de responsabilidad a verdaderos irresponsables, o por la falta de conocimientos o por la ausencia de experiencia, o por intereses muchas veces inconfesables. ¡Que Dios nos tenga de su mano!

Adenda

Esa chambonería no solo es endémica sino epidémica. La vemos en leyes aprobadas a pupitrazo como aquella que ha prohibido la contratación de temporales en instituciones oficiales, que dejará sin funciones a cerca de 50 mil empleados y trabará las diversas administraciones. La vislumbramos en la agonizante CNTV con sus medidas seudo-técnicas y el desastre de la adjudicación del tercer canal. Y para donde miremos, en cualquier nivel y en cualquier sector, incluyendo el privado, veremos una muestra contundente de esta rampante chambonería.

ernestorodriguezmedina@gmail.com