Sigamos el ejemplo brasileño
Decíamos hace algunos días que Colombia no tiene un GPS institucional que lo oriente en materia minera y hoy queremos advertir que para desvarar su locomotora, atascada por improvisación e impericia del alto gobierno, lo mejor sería mirar hacia el Brasil y seguir su ejemplo. Hoy sus actividades en este campo corresponden al 5 por ciento de su Producto Interno Bruto. Sus exportaciones en estos rubros superan el 21 por ciento y sus inversiones para apalancarlas son las más altas de toda la región.
Para fomentar y garantizar su crecimiento sostenido, el gobierno brasileño ha puesto en marcha un ambicioso Plan Nacional de Minería, el PNM, herramienta estratégica que ha disparado el crecimiento del vecino país a cotas inimaginables, a la vez que el auge inversionista foráneo ha catapultado las exploraciones energéticas.
Entre los principales objetivos del PNM está consolidar un juicioso marco regulatorio que, entre otras cosas, ha armonizado los desarrollos geológicos con el medio ambiente, metiendo en cintura a charlatanes que se ganan la vida especulando con la ecología. Ha ampliado el conocimiento geológico y ha sistematizado un moderno inventario de recursos. Sus reformas estructurales son detalladamente planificadas y la aplicación de los recursos financieros obedece a prospectivas realistas.
Los factores más estimulantes han sido, aparte del evidente potencial geológico, el acceso garantizado a los mercados de exportación, una moderna y bien diseñada infraestructura, una adecuada calificación de los recursos humanos -el Senai forma verdaderos tecnólogos, mientras nuestro SENA sigue considerando a la minería como marginal- y sobre todo la aplicación masiva y a profundidad de las nuevas tecnologías o TIC, es decir, Brasil está digitalizando su desarrollo en todos los niveles y en todos los sectores, siendo el minero uno de los preferenciales.
Colombia no parece estar consciente de que la gran demanda mundial es por los metales. Y que el mayor consumo está en el Asia... Y aún no nos hemos decidido a permitirle a nuestra locomotora minera que avance sin sobresaltos.
Las últimas cifras de organismos especializados están llamando la atención sobre un hecho muy significativo: América Latina concentra un 27 por ciento de los gastos de exploración sectorial, que sumados al 19 por ciento canadiense y al 8 por ciento estadounidense, nos está diciendo que ¡más del 50 por ciento de toda las exploraciones mineras se está llevando a cabo en nuestro continente! Y como si fuera poco se ha calculado que los inversionistas tienen presupuestados más de 260 mil millones de dólares para comprometer en programas sectoriales. ¿Estaremos aún a tiempo para que los funcionarios responsables de nuestro actual desaguisado se pellizquen y permitan que nuestra locomotora minera salga no sólo del taller sino de la estación?
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Adenda
Y en cuestiones de ciencia y tecnología las cosas no van mejor. El balance de lo gastado -o despilfarrado- en este campo tan necesario para nuestro desarrollo es patético. Colciencias así lo testimonia, a la vez que pone en evidencia su estrepitoso fracaso en el manejo de más de un billón de pesos que debían haberse dedicado a la investigación y a la innovación. Al entregarles todos estos recursos a los politicastros y enterrarlos en la periferia se ha perdido una oportunidad de oro para articular un programa de clusters al estilo del sudeste asiático que, en verdad, nos hiciera recuperar el tiempo perdido y dotara al país de una competitividad con clase mundial.