Espionaje en el ciberespacio
Por paradójico que pueda parecer, no deja de ser preocupante que los enemigos de la democracia occidental estén logrando sus objetivos de minar las bases del sistema, al sembrar la desconfianza entre decenas de millones de norteamericanos.
En nombre de una guerra preventiva contra el terrorismo, Estados Unidos se está convirtiendo en una nación en donde la gran mayoría de sus ciudadanos y no ciudadanos, están siendo investigados, vigilados y grabados por programas de inteligencia, en una operación que está amenazando seriamente la primera y la cuarta enmienda constitucionales, relacionadas con la protección de la libertad de expresión y el derecho sagrado a la intimidad y a la confidencialidad
Según denuncias de grandes diarios de Washington y Londres, la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos, NSA, habría estado "chuzando" al mejor estilo de nuestro extinto DAS, millones de llamadas de la población. Igualmente habría tenido acceso a millones de datos de información personal, guardados en miles de archivos digitales de grandes operadores tecnológicos y habrían rastreado sistemáticamente todas las redes informáticas.
El alucinante desarrollo tecnológico, pero sobre todo la convergencia digital, estarían facilitando en grado sumo la peligrosa tarea, realizada no solo por agencias gubernamentales sino por empresas especializadas del sector privado. Nadie esta salvo porque todo el mundo puede ser sospechoso de ser una amenaza en potencia para la seguridad nacional. Los centros de acopio de esa información, cuentan, además, con los perfiles biométricos de los investigados y como si fuera poco con sus muestras de ADN.
Y en el paraíso del consumo, la tarjeta de crédito es la clave para ingresar a ese mundo personal.
En esta última década esta paranoia está amenazando seriamente a los Estados Unidos en convertirlos en un Estado policivo. El miedo está acabando con las libertades. Y lo más delicado es que pareciera no haber regulación y menos supervisión.
Lo más grave de todo este asunto es que el presidente Obama no solo no niega la existencia de estas prácticas, sino que las defiende como absolutamente necesarias para la cacería de esos potenciales enemigos y la supervivencia de su país.
Todas estas denuncias se han basado en filtraciones de analistas que trabajaban para el Gobierno. Al igual que ocurrió con los episodios de Wikileaks, los denunciantes amenazan con más evidencias para acabar con lo que se ha calificado como "los gobiernos invisibles". Y cada progreso de las nuevas tecnologías va a permitir más exposición de lo que hoy conocimos como privacidad.