La indecisión conservadora
No deja de ser curioso que el Partido Conservador colombiano, que tiene como lema doctrinario "el partido que decide", hoy no sabe qué hacer con su presente y mucho menos con su futuro.
Cuando en los diferentes escenarios políticos las cosas principian a aclararse y los personajes empiezan a definirse, nuestra querida y centenaria colectividad parece inmersa en un mar de dudas y vacilaciones.
·"Gobernar o no gobernar, es la cuestión?", parece ser la recurrente pregunta de sus dirigentes. ¿Se van del Gobierno, abandonan la Unidad Nacional -con su respectiva nómina- no apoyan la ya definida reelección de Santos y lanzan su propio candidato? ¿O, por el contrario, se dejan engullir y succionar por el uribismo y pierden definitivamente su dimensión y masa corporal?
Un desprevenido análisis de esta penosa situación nos pone de presente que el partido parece no solo a la deriva sino que carece de un líder que, pensando más en la colectividad que en sus propios intereses, esté presto a sacrificarse para trazar los derroteros necesarios.
Como entidad política su ideología -la de los Caros, los Ospina y los Gómez- ha sido remplazada por lo que lo muchos denominan "pragmatismo" y no pocos críticos llaman "santismo": en cada situación actuar y decidir según las conveniencias.
¿Por qué ha llegado nuestra colectividad a tan lamentable situación? Porque sencillamente desde hace muchos años, más concretamente desde los tiempos posteriores al Frente Nacional, el partido decidió pensar en pequeño y a corto plazo y tener como única meta el botín burocrático, así fuera exiguo y decidió camuflarse con ropajes extraños.
¿Dónde están hoy los programas conservadores para delinear un proceso de paz, para acompañar al posconflicto, para curar los males de nuestra salud colectiva o acelerar el cambio educativo? Nos hemos acostumbrado a que otros decidan por nosotros. Así de simple.
El país reclama liderazgo programático que le devuelva la perdida confianza en sus instituciones y en sus políticos y que trace límites éticos a tanta corrupción y tanta desesperanza.