Holguín ¿por qué no te callas?
Colombia desempeñó un papel estelar en la creación de la Organización de Estados Americanos, OEA, allá en San Francisco, gracias al liderazgo y protagonismo de Alberto Lleras Camargo y lo volvió a detentar en Bogotá, con otro ilustre compatriota, Eduardo Zuleta Ángel, cuando se aprobó su Carta Magna y su principal instrumento fundacional, el Tratado Americano de Soluciones Pacificas, o ‘Pacto de Bogotá’, cuando los aciagos días abrileños del 48, en medio de las ruinas del tristemente célebre “bogotazo”.Y durante los últimos 66 años fuimos los más comprometidos y acérrimos defensores del sistema hemisférico regional. Pero esa es ya historia. Historia pasada por aguas de San Andrés...
El objeto de este último Tratado fue codificar las convenciones, pactos, protocolos y tratados interamericanos, firmados de 1923 hasta 1936, mencionados en su artículo 58, así como desarrollar el naciente sistema hemisférico, en sintonía con el llamado “Espíritu de Chapultepec” y con la Carta de las Naciones Unidas, también gestada en San Francisco. Este Tratado, columna vertebral jurisdiccional del organismo, estableció la obligación moral y general de resolver todas las controversias por medios pacíficos y mediante procedimientos regionales o, en última instancia, en el ámbito de la Corte Internacional de La Haya, ella también columna vertebral jurisdiccional de la comunidad mundial. Y, explícitamente estableció al respecto: “Si una de las Alta Partes Contratantes (para el caso Colombia) dejase de cumplir las obligaciones que le imponga un fallo de la Corte Internacional de Justicia o un laudo arbitral, la otra (Nicaragua) u otras partes interesadas (¿el ALBA?), antes de recurrir al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, promoverá una Reunión de Consulta de Ministros de Eelaciones Exteriores, a fin de que acuerde las medidas que convenga tomar, para que se ejecute la decisión judicial o arbitral”.
Claro, transparente, contundente...
Ahora en lo que estamos es en una tarea suicida de demolición que, muy seguramente, nos traerá graves consecuencias. ¡Si con todo este historial no hemos sido capaces de comportarnos ¿cómo lo vamos a hacer sin este?!
Escenario de impostura en el que nuestra linda e imprudente ministra de Relaciones Exteriores ha vuelto a dejar oír su voz para recordarnos que “nuestro enemigo” - así, con estas palabras- es la Corte Internacional y no nuestra propia incompetencia. Respetuosa solicitud al señor Presidente.¿Por qué no le pide que se calle? Como lo hizo en su momento el Rey de España con el deslenguado de Chávez?
El Jefe de Estado ha demostrado en estos dos años de gobierno que acostumbra a gobernar con la cabeza y no con el corazón, por muy golpeado que éste esté. Fiel a su estirpe, siempre actúa con cabeza fría, no hay que olvidar que el calenturiento es su ilustre predecesor. Por mucho dolor de patria y por mucho que tenga lastimada el alma presidencial no pase a la historia por haber desconocido -por vez primera en doscientos años de vida republicana- nuestro acatamiento al derecho internacional.
Piense que el caribeño, el de la sangre caliente, es Ortega y no usted. Él le ha solicitado una audiencia para el día de hoy en Ciudad de México. Abra su “apretada agenda” y siéntese a conciliar y a concertar. Ese es el único camino para un demócrata. No lo desaproveche, por ganarse los aplausos de la galería. Ocupe el lugar que usted merece en nuestra historia y preserve nuestro futuro, haciendo honor a nuestro pasado.