Es posible que el cuidado en casa provocado para controlar la expansión de la pandemia, como en la calle, oficinas y sitios de hacinamiento, ponga nuevos parámetros a la salubridad pública. Habrá exigencias consecuentes sobre los sistemas de salud, a las condiciones de infraestructura en los sitios públicos, en los lugares de trabajo, en los colegios, universidades, hospitales y cárceles.
Antes del Covid-19 el gran indicador era la esperanza de vida; después las condiciones de salubridad serán la exigencia. La prevención en salud y el entorno saludable de aquí en adelante tendrán una mayor deferencia. Se buscará no sólo que la humanidad viva más sino que tenga las condiciones para la conservación de la salud y la vida.
Con la pandemia, se pusieron en relevancia, en pleno siglo XXI, normas mínimas de higiene que curiosamente antes no eran un hábito y tendrán que ser reconocidas de aquí en adelante como un elemento fundamental para la sanidad de las ciudades.
Es posible que el riguroso lavado de manos ya sea un hábito, por poner el ejemplo más sencillo y que se vuelva obligatorio como intervalo de cualquier actividad, al entrar y salir de cualquier sitio.
Muy seguramente, a futuro, ya sin pandemia, se vuelvan habituales las desinfecciones de sitios públicos, antes no previstos, y se establezcan jornadas de limpieza o aseo que como prestación de servicio genere un entorno saludable.
Esto va a exigir una infraestructura más amplia en equipamiento para la higiene. Los lavamanos públicos, a las entradas del transporte público, en la ruralidad y en empresas, algo que pareciera sencillo, será esencial.
Las medidas de prevención estarán acompañadas de acciones hacia la sostenibilidad o la conservación de la salud. Aquí las personas con ciertas pre-existencias, fragilidades, enfermedades crónicas, problemas de salud mental o por la misma edad, que se pueden entender como más vulnerables en salud, en aras de ese principio de sostenibilidad o de conservación de la salud, van a tener mayor focalización y se les guardará mayor control y miramiento.
Tal vez hoy, por el Covid-19, tanto la misma sociedad, las empresas y la administración de salud tienen una mayor consideración sobre las condiciones del diabético, el hipertenso, el sobreviviente de cáncer, el niño, el mayor, el médico y el personal de enfermería. Es posible incluso que hasta una gripa sea mirada a futuro con mayor respeto y seamos conscientes de tratar por solidaridad de evitar su contagio y abrigar su malestar.
También la salud ocupacional será más apreciada. Sus ramas como son la medicina del trabajo, ergonomía, la psicología organizacional, la higiene y la seguridad industrial, se verán enriquecidas por temas como la vigilancia epidemiológica, la adecuada nutrición, la actividad física y los exámenes de control.
Para la Organización Mundial de la Salud, los “Entornos Saludables" incorporan tanto los aspectos de saneamiento básico, como los relacionados con espacios físicos limpios y adecuados, así como las redes de apoyo para lograr ámbitos psicosociales sanos y seguros, exentos de violencia (abuso físico, verbal y emocional). Este es el reto del día después de la pandemia: preservar entornos saludables, amigables con la conservación de la salud y la vida.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI