El triunfo de Emmanuel Macron, “ República en Marcha”, el partido del presidente francés superó las predicciones que pronosticaban un bloqueo al poder del innovador gobierno que, en las pasadas elecciones, obtuvo un triunfo que es un anuncio ejemplar que empieza a tener fuerza en el planeta, fenómeno que reivindica la fama del país de Marat, Volter, Diderot, Montequieu, Robespierre y muchos otros caudillos originales que vencieron para siempre las monarquías totalitarias.
Las consecuencias de esa experiencia francesa se advierten ya en otras latitudes, por ejemplo en el Brasil. A raíz de las declaraciones de Joesley Batista, rendidas a la revista “Época” el escándalo suscitado por la conducta del desleal “Temer” ha revivido la sentencia popular que pregona que: “el que a hierro mata a hierro muere”. En efecto, la última encuesta popular concluye que al improvisado presidente lo descalifica el 75 % de la población y se reclama igual condena que a su antecesora Dilma y a los cómplices de la corrupción reinante, ahora presos, entre ellos el encubridor Eduardo Cunha. Una historia vulgar que hoy día que va de boca en boca.
La epidemia política invade todos los espacios, a tal punto que los pronósticos de los politólogos avizoran que en las próximas elecciones el parlamento brasileño se verá intoxicado por la corrupción reinante y el Partido de los Trabajadores, el PBDM , el PMDB el PSDB y , en general, todos los gremios o movimientos que reclutan la “democracia” verán la quiebra de su poder; ¡“eureka”! , gritan los rebeldes.
La misma apatía se advierte entre el pueblo argentino. Su presidente, el diminutivo del presidente francés, don Macri, en la pampa ha desilusionado a la gente. “Si Cristina robó -dicen- compartía con el pueblo sus utilidades. Por el contrario, Mauricio se confabula con sus socios para agrandar sus capitales y en perjuicio de nosotros. Hay que generar una nueva clase dirigente que cambie la cúpula del poder”.
Y si por allá llueve, por aquí no escampa. Esa es la conclusión que se tiene con respecto a la situación que vive Colombia en virtud de la propaganda que viene haciendo el enfermo chalán del Ubérrimo, en su delirio por conservar el poder que no alcanzó con su tercera frustrada reelección.
Las gentes, desilusionadas de la políticas, de los mecanismos de participación y los partidos políticos, ahora no quiere saber nada de nada y en esa angustia existencial, terminará votando por un improvisado que ojalá tenga las cualidades que el país reclama de un dirigente que reivindique la democracia y , especialmente , la democracia económica.
El estado de las cosas reclama tomas de conciencia y para eso hay que estimular a las bases populares. De todas maneras subsiste un gran temor, el terror que despierta la actitud de los vengadores que insisten en reactivar la guerra, conducta que pone en grave riesgo el futuro de los nietos: Nicolás, Valeria y Toñita.