Recordar a Charles Weston es un motivo de gratitud inmensa con esta Casa Editorial, pero más allá porque le aprendimos aquello que llaman ser un verdadero líder como es hacer que las cosas pasen y persistir, con valor y valores, en el intento, más allá del protagonismo mismo.
El convencimiento en sus aportes, así fueran de carácter financiero o en una conversación de la tendencia de la derecha en el mundo, de la familia, de los triunfos de sus hijas, del Papa, de Margaret Thatcher, de la situación de Colombia parecían permeados siempre por el espíritu de un pedadogo pero también de un impulsor de empresa y además de un historiador y politólogo, amante de cantar Boleros y a Frank Sinatra, un convencido de la fe católica, que se sentaba plácidamente a jugar Bridge.
Hoy en día se le puede interpretar como un emprendedor por excelencia, que con un humor fino inglés, combinado de idiosincrasia colombiana y en medio de una sonrisa, daba las pautas más serias para continuar y sobrepasar dificultades.
Tal vez ese sentido de la persistencia sea la facultad más propia de este tipo de líder. En momentos en los que se le da mayor importancia a la preparación profesional de un miembro de Junta Directiva, Charles Weston en su vida, enseñó cómo hacerlo y obviamente lo primero era ser un convencido por sacar adelante la empresa propuesta.
Compartir con los mayores, como fue con él, suele ser un placer, en parte porque los tropiezos y su superación se vuelven historias para repetir y contar. Así fueron sus criterios.
Un convencido de ayudar a sus amigos y de sacar adelante las empresas que tenían una causa social cualesquiera fuera su objeto. Los colegios Marymaunt y Anglo Colombiano, El Nuevo Siglo, el Hospital San Carlos, la agroindustria de las flores en Colombia, el Movimiento de Salvación Nacional, los Caballeros del Santo Sepulcro, la Orden de Malta, entre otros.
El legado como aquello que se transmite por generaciones o mejor como la huella que se deja para conservar lo bueno, le estaba impreso. De ahí su orgullo de mostrar en visita la condecoración OBE (orden del imperio británico Grado Oficial) que recibiera de la Reina Isabel II de Inglaterra, el 12 de octubre de 1988, en el Palacio de Buckingham.
Con la palabra y los hechos esperamos hacer posible siempre sus frases predilectas, recordadas en escritos del colegio Marymount: una vez maestro siempre serás maestro y no es momento de hablar sobre leche derramada (“once a teacher, always a teacher”, “There’s no point in talking about split milk”). Mis condolencias a su familia y sus queridas hijas.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI
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